30 años de Mulleres Rurais A Lagoa

A veces, los apenas siete kilómetros de distancia física entre el corazón de la parroquia de San Martiño y el de San Vicente de O Grove «puede llegar a ser insalvable».

Al menos eso consideran en la asociación de mujeres rurales de la segunda de ellas, A Lagoa, donde «llevamos treinta años trabajando par dar visibilidad» a este territorio y sus gentes.

Así se ha puesto de manifiesto en la exposición organizada por esta entidad en la Casa da Cultura Ángel Vázquez Hereder, y así lo refrenda su presidenta, Rosa Blanco.

Es ella quien recuerda que «A Lagoa nació hace 30 años por la necesidad de traer al rural actividades de formación y de ocio».

Desde entonces han pasado por la entidad una buena cantidad de vecinos, siendo 200 los actuales asociados, tanto mujeres como hombres.

Es una entidad mixta «porque nuestros estatutos marcan el objetivo de promover y defender los derechos de nuestro colectivo apoyando a la mujer en el entorno rural y favoreciendo la relación entre las personas asociadas, para lo cual puede ser socio cualquiera que tenga interés en alcanzar esas metas».

Muñecas expuestas en la casa de cultura.

Muñecas expuestas en la casa de cultura. / Paco Luna

Lo fundamental es «promover actividades, rutas y viajes que supongan socialización, comunicación y convivencia», facilitando al vecindario «información sobre cursos de formación, ayudas de cualquier tipo para las familias, opciones de ocio y cualquier asunto que pueda resultar de su interés».

Dicho esto, Rosa Blanco hace una reflexión en voz alta para decir que locales públicos de San Vicente como la Casa da Cultura, el local social de As Baladas y el de Reboredo «tienen que considerarse como lugares de dinamización».

Sin embargo, «salta a la vista que la casa de cultura, que es nuestro punto de encuentro, necesita también de cuidados».

Se trata de «un lugar de referencia para todos, en el que hacemos las fiestas, reuniones de vecinos y actividades de yoga, pilates o baile; un espacio público que usamos en beneficio del bienestar de la gente de San Vicente, lo cual no debería cuestionarse».

La exposición que puede verse en San Vicente.

La exposición que puede verse en San Vicente. / Paco Luna

En definitiva, que A Lagoa lleva 30 años «visibilizando San Vicente». Periodo en el cual «hemos peleado la apertura de la Agencia de Lectura, nos opusimos al cierre del programa Vellos Tempos en el local de As Baladas, pedimos que el bus de los niños de Bachillerato entre en San Vicente y defendimos mejores horarios y menor precio para el bus circular».

Al igual que «reivindicamos que nos limpien los caminos, que nos pongan luz en las calles y que señalicen los lugares de la parroquia», alegan en la entidad, identifica por «un símbolo exclusivamente nuestro», como es la conocida «moneda de Adro Vello».

Con esa representación de la Traslatio como estandarte, A Lagoa seguirá en el futuro «poniendo sobre la mesa todas las reivindicaciones que sean precisas, trabajando por el rural, luchando por el cuidado de las mujeres y exigiendo la colaboración y los apoyos que nos corresponden para seguir engrandeciendo San Vicente».

Objetivo conciliación

Una de las grandes metas de Mulleres Rurais A Lagoa es favorecer la conciliación. Su presidenta aclara que «hay socias que tienen que traer a sus hijos en algún momento a alguna actividad, o incluso que deben participar acompañadas de sus padres porque son mayores y no quieren dejarlos solos».

Pero «es la única forma de tener un rato para ellas, por eso lo que tratamos de conseguir es aportarles momentos de calidad».

Se hace desde el convencimiento de que «traer las actividades a la cercanía de sus casas supone para las mujeres salir, socializar, hablar, informarse y mantenerse comunicadas y activas».

A modo de ejemplo de las actividades desplegadas, Rosa Blanco aclara que «ahora mismo la asociación organiza en San Vicente, Balea y Reboredo algunas que en ocasiones hay en San Martiño, pero no aquí, ya que parece que cuesta hacer esos kilómetros».

Habla así de talleres y cursos como «los de memoria, inglés, costura, bolillos, patchwork, cestería, cuero, lengua de signos, pilates, yoga y zumba».

Algunos de los objetos expuestos.

Algunos de los objetos expuestos. / Paco Luna

Pero también de los de «strong, taichi, gimnasia senior y talleres puntuales de resina, primeros auxilios, macramé, cocina, plantas, poda y alfabetización digital». La mayoría impartidos por profesores locales, «ya que son siempre los primeros a quienes nos dirigimos».

Estas propuesta se complementan con exposiciones como la conmemorativa del 30 aniversario que se muestra en la casa de cultura y enseña algunos de los trabajos realizados por las socias.

Escasa ayuda institucional

Al hacer balance del estado de salud de Mulleres Rurais A Lagoa, después de treinta años de actividad, Rosa Blanco destaca que la pertenencia a la Federación de Mujeres Rurales de Galicia «nos facilita acceso a cursos, talleres, ayudas y contenidos creados específicamente para nosotras y enfocados hacia el bienestar emocional, envejecimiento activo, cuidados, atención a mayores y menores o la menopausia».

Asimismo, «como miembros del Consello Local de Igualdade hemos participado en la redacción del Plan de Igualdad que está vigente y contempla la colaboración con las dos asociaciones de mujeres de O Grove, el cual debe aplicarse transversalmente en todos los ámbitos».

Sin embargo, Rosa Blanco advierte de que «la realidad es, en muchos casos, bien diferente, sobre todo en lo que se refiere a ayudas y al uso de los locales».

Como ejemplo aduce que en A Lagoa «optamos solo a las subvenciones de Cultura, en las que incluir las actividades de formación que organizamos».

Pero «nuestra realidad va más allá, pues trabajamos con y para familias y con todo lo que atañe a las mujeres, a sus hijos y padres».

Y aún así «este año nos han reducido la subvención del ‘Obradoiro de Memoria’ a menos de la mitad y lo estamos financiando con el copago de los asistentes y los fondos de la asociación, porque consideramos que no podíamos dejar a 25 mayores sin una actividad que empezamos el año pasado y con la que conseguimos abrir el local social de Reboredo» después de permanecer largo tiempo cerrado desde su construcción.

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