La economía afgana está al borde del colapso, y la comunidad internacional tiene que plantearse cómo evitarlo mientras, al mismo tiempo, pone condiciones a los talibanes. Esa es la reflexión que hace Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea, tras una serie de reuniones en Doha (Qatar), quien además advierte del riesgo de que el derrumbe de la economía de Afganistán pueda crear una crisis migratoria grave.
Durante una conversación con un grupo de medios, entre ellos El Confidencial, el jefe de la diplomacia europea subraya la delicada situación que atraviesa el país tras la descomposición del estado. Y son muchos los retos, pero Borrell sitúa como la principal prioridad el evitar que la economía afgana colapse.
“El problema fundamental que se plantea ahora es de qué manera se puede evitar que la economía del país colapse. Es un país sin reservas, sin liquidez, sin recursos interiores, la dependencia de Afganistán de la ayuda internacional es total”, señala Borrell, para añadir que la Unión Europea sí que mantiene la ayuda humanitaria. De hecho, los Veintisiete la han aumentado desde la llegada de los talibanes a Kabul. El banco central afgano también tiene congelados todos sus activos en el exterior.
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El problema es que para mantener la economía afgana en pie habrá que hacer inyecciones de liquidez y evitar el aislamiento internacional de Afganistán. Y para eso, explica Borrell, los talibanes tendrían que cumplir con una serie de condiciones. El jefe de la diplomacia europea subraya que se planteará esta cuestión antes de la próxima reunión del G20. El alto representante se muestra claro sobre la necesidad de progresos por parte de los talibanes para que la comunidad internacional pueda ayudar a la economía afgana. Pero Borrell señala que no hay razones para el optimismo, a pesar de las peticiones de paciencia por parte de las autoridades cataríes con las que se ha reunido en los últimos días.
Pero también va en propio interés europeo el mantener en pie la economía de Afganistán. Ya desde los primeros compases de la vertiginosa caída de Kabul en manos de los talibanes, los ministros del Interior de muchos países comunitarios adelantaron que su principal preocupación era la de una consecuente crisis migratoria. Borrell señala que es ahora cuando existe el riesgo de que ocurra: si la economía del país colapsa, “entonces sí que los problemas migratorios se presentarán con mucha gravedad”.
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Porque no solamente acecha una descomposición económica, sino que se acerca el invierno, y en las zonas del norte del país ese puede ser un momento crítico. Con la economía paralizada, la ayuda humanitaria llegando con cuentagotas y sin perspectivas de que la situación mejore, los ingredientes para una crisis todavía mayor están sobre la mesa.
Doha, papel central
Tras la caída de Kabul, la Unión Europea expresó su voluntad de tener contacto con los talibanes, e incluso de mantener la delegación europea en Afganistán. Poco más de un mes después de la consumación del derrumbe del Estado afgano, los Veintisiete tienen otras ideas.
“Doha será la plataforma de contacto con los talibanes”, explica desde el aeropuerto de la capital catarí Borrell justo antes de subirse a un avión en dirección a Arabia Saudí, una segunda parte de su visita a la región que se centra en el acuerdo nuclear con Irán.
Desde Qatar “tienen una perfecta comunicación” con los talibanes, señala Borrell. Señala que los cataríes solicitan que no se “le planteen cosas imposibles” al nuevo régimen de Kabul, pero confían en que “poco a poco irán evolucionando positivamente”. El jefe de la diplomacia europea se muestra en todo caso escéptico.
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Lo que demuestra el viaje de Borrell, como él mismo admite, es que quien quiera algún tipo de comunicación con los talibanes deberá pasar por Doha. De hecho, la Unión Europea descarta ahora intentar reabrir una delegación comunitaria en Kabul y ha apostado por ampliar la situada en Qatar.
Porque incluso si Bruselas quisiera estar en Kabul y hablar directamente con los talibanes, no sería una tarea sencilla. “No es fácil encontrar interlocutores” en Afganistán, explica Borrell, debido a las profundas diferencias que existen entre los propios talibanes. Doha quiere que la UE ayude a explotar esa diferencia y que apoye a la facción que participó en las conversaciones de Doha con EEUU, frente al grupo de Kandahar.