Bosnia suda frío: “Esta retórica y movimientos de tropas no se habían visto desde la guerra”

El monte Jahorina albergó gran parte de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984, organizados por la antigua Yugoslavia. Menos de una década después, la estación de esquí servía al ejército serbobosnio para mantener sitiada a Sarajevo durante 1.425 días. La semana pasada, un simulacro ‘antiterrorista’ en el resort alpino que incluyó vehículos militares blindados, helicópteros y fuerzas especiales armadas y vestidas de camuflaje, removió la memoria de los sarajevitas. Lo llevó a cabo la República de Sprska (una de las dos entidades que conforman Bosnia-Herzegovina), mientras los líderes bosníacos y bosniocroatas acusaban de provocar (de nuevo) a Milorad Dodik, el miembro serbobosnio de la presidencia tripartita del país. La Fuerza de la Unión Europea de Bosnia y Herzegovina tuvo que mandar a un avión para vigilar la zona e incluso impidió el despegue de uno de los helicópteros, según declaró el ministro del Interior serbobosnio, Dragan Lukac.

Es el último episodio de tensión en un país cuyo equilibrio depende del respeto a los Acuerdos de Dayton, firmados en 1995 para poner fin a la guerra y establecer el Estado de Bosnia-Herzegovina, la unión de la Federación de Bosnia-Herzegovina, de bosníacos y bosniocroatas, y la República de Sprska, principalmente serbobosnia. Antes y después del simulacro ‘antiterrorista’, Dodic ha amenazado con la desconexión de la República Sprska del ejército estatal, la judicatura y la hacienda pública, para crear sus propias instituciones a partir del próximo mes.

La última escalada comenzó este verano, después de que el anterior Alto Representante para Bosnia, el austriaco Valentin Inzko, utilizara el poder especial de su puesto para añadir al código penal bosnio la prohibición de negar el genocidio y los crímenes de guerra. La enmienda provocó que Dodik — quien precisamente niega que el genocidio de Srebrenica ocurriera—, anunciara el boicot a las instituciones estatales. Mientras tanto, la población convive con la tensión que provocan y con la que juegan sus políticos. En ellos, en los bosnios de todas las etnias, se centra el articulista y traductor e intérprete Marc Casals en su primer libro, ‘La piedra permanece. Historias de Bosnia-Herzegovina’ (Libros del K.O.). Casals recorre las heridas abiertas de los Balcanes en esta entrevista con El Confidencial a través de los personajes que se ha encontrado en más de una década viviendo en Bosnia y quince años en la región. Muchos de los que hoy son sus vecinos solían ir a esquiar al monte Jahorina. Pero eso era antes. El sarajevita Šemsudin, protagonista de la primera historia, incluso convenció a su madre para comprar una casa allí. Tras la guerra, la vendieron: tenían que pagar la reconstrucción de su casa en Sarajevo y no eran capaces de volver a Jahorina.

PREGUNTA. ¿Hay riesgo de que Bosnia se parta definitivamente en algún momento o estamos viendo un juego de provocaciones?

RESPUESTA. Es difícil medirlo, porque estas escaladas retóricas y políticas suelen coincidir con unas elecciones cerca. Hay que calibrar hasta qué punto hay una voluntad de caldear los ánimos de cara a las elecciones (que se celebrarán en octubre de 2022, en las que se elegirán los presidentes de las tres comunidades nacionales), porque Milorad Dodik (el actual presidente de la República Srpska) tiene una posición un poco delicada ahora mismo por la mala situación económica de la República Srpska y la falta de apoyo de la oposición en esta aventura. Dodik apuesta por la carta de la polarización nacional para cohesionar al electorado, que ha demostrado funcionar todavía en todos estos años después de la guerra. En 2018 se habló de una intervención híbrida de Rusia y al final no ocurrió nada. Parece un poco el cuento de Pedro y el lobo, pero el nivel de agresividad retórica y estos movimientos de tropas no se habían visto nunca desde el final de la guerra.

“El último paso de esta reciente escalada ha sido anunciar los procedimientos para crear un ejército de la República de Srpska”

P. ¿Qué pensaría, o qué piensa, Šemsudin, el protagonista de tu primera historia?

R. Šemsudin pasó muchos años sin subir al Monte Jahorina, igual que mucha gente en Sarajevo, porque no pueden verse en la posición de quienes los bombardeaban. Un movimiento de tropas ahí despierta muchos recuerdos, el síndrome de estrés postraumático… Independientemente de si es un juego político o no, causa un gran malestar en la población. No he hablado con Šemsudin, pero sí con otros protagonistas del libro que lo llevan bastante mal porque su memoria se reactiva. Nihad Hasanović, el escritor que protagoniza el capítulo sobre la Krajina, me escribió preguntándose cómo se puede vivir en este país sin miedo a que estalle otra guerra. “Ya he vivido una, ya he sufrido bastante, ¿tengo que enfrentarme a otra?”, me decía. Los políticos balcánicos (y no balcánicos) tienden un poco a la sociopatía y deberían ser más conscientes de lo que causan todos sus juegos y estrategias a la gente de a pie.

Óscar Fernández

P. Dodik ha negado que haya posibilidades de que se produzca una guerra, pero también ha mencionado la vía eslovena como una opción.

R. Existe la teoría de que lo ha insinuado porque cuenta con el apoyo, entre otros, de Janez Janša (el presidente de Eslovenia y actualmente al mando de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE) y de otros gobiernos conservadores europeos como la Hungría de Orban o Polonia. No se puede comprobar, pero que Dodik ponga la vía eslovena sobre la mesa sí puede ser un indicio de que cuente con ese apoyo. El último paso de esta escalada ha sido anunciar hace un par de días que inicia los procedimientos para crear un ejército de la República de Srpska. Mientras tanto, la comunidad internacional no parece fijar una línea roja…

“Como país, la nación de Bosnia no se va a reconciliar, porque los relatos históricos son completamente contradictorios”

P. Cuando Valentin Inzko, el anterior Alto Representante para Bosnia-Herzegovina, prohibió negar el genocidio de Srebrenica este verano, Dodik ya amenazó con la disolución de Bosnia. Tú cuentas la historia de Fazila, kiosquera del memorial de la matanza en Potočari, que perdió allí a su hijo y su marido. ¿Qué futuro le espera a Bosnia sin ponerse de acuerdo sobre su pasado?

R. Como país no se va a reconciliar, porque los relatos históricos son completamente contradictorios. Respecto a Srebrenica, el relato que se ha ido fraguando desde el bando serbio es totalmente negacionista respecto a lo que ocurrió. Toda esta escalada retórica y estos amagos de secesionismo repercuten de forma muy directa en gente como Fazila y otros protagonistas del libro como Miralem o el hermano de Kemo, todos los retornados a la República Srpska después de la guerra. ¿En qué posición quedan? Pongámonos en la hipotética secesión unilateral de la República Srpska, si esto no es un farol, resulta difícil imaginar cómo pueden tener una vida sostenible en esos lugares a donde han vuelto y que son los suyos.

Daniel Iriarte

P. Reconoces en el libro que en otra vida quisiste ser traductor para las instituciones europeas. Tu tiempo en los Balcanes ha coincidido con un progresivo congelamiento del sueño de la ampliación de la UE. El último informe de la Comisión no deja en buen lugar a las autoridades bosnias, pero… ¿Hay también cierto abandono europeo de la región?

R. Sí, lo ha habido tradicionalmente y puedo confirmarlo desde que vivo aquí y lo sigo con más atención. Hay una incomprensión y una apatía, mientras la situación sea más o menos estable no importa lo que hagan o dejen de hacer o cómo viva la gente. En los últimos tiempos ha habido directamente un abandono, han cerrado la puerta casi del todo a cualquier perspectiva de ampliación en un futuro cercano y puede que Croacia sea el último en entrar en mucho tiempo.

P. Y siempre hay alguien dispuesto a llenar el vacío de poder.

R. Claro, esto envalentona a los actores como Dodic e invita a Rusia o China a aumentar su influencia en la zona. La geopolítica es esto, todo el espacio que deje libre la Unión Europea va a intentar ocuparlo alguien. Como en el resto del mundo, China será cada vez más importante en la región. Bosnia es un actor menor económicamente comparado con Serbia, por ejemplo, pero las inversiones y la influencia que les acompaña van a llegar, sobre todo si la Unión Europea deja el campo libre. Van a estar encantados de ocupar este espacio.

Nacho Alarcón. Bruselas

P. Llevas 15 años en la región, la frase “Si piensas haber entendido el Líbano, es que te lo han explicado mal”, sobre otro país profundamente divido, ¿sirve también para Bosnia?

R. Sí, es como la frase de Feynmann, ¿no? “Si crees que entiendes la mecánica cuántica, es que no entiendes la mecánica cuántica”. El libro participa de esta idea. Incluso ahora, cuando crees que tienes una idea asentada y sólida, de repente hablas con alguien o lees algo que te da otra vuelta de tuerca, y más adelante viene otra. Por una parte es frustrante, uno preferiría llegar a un conocimiento asentado, pero por otro lo hace interesante. Al final es una búsqueda permanente, es parte del encanto de Bosnia, que al final nunca la llegas a entender, te pone un poco en tu sitio y te anima a seguir buscando.

“El día que dejen de reírse (…) de esta situación un poco trágica en la que se encuentran… ese día ya será profundamente preocupante”

P. El humor, en muchas ocasiones negro, recorre el libro y las historias de sus protagonistas. Es algo que también se ve, por ejemplo, en ‘Los bosnios’ de Velibor Čolić. ¿Si hubiera un nuevo conflicto, aguantaría esa actitud vital, ese reírse pese a todo, incluso ante el horror?

R. Sí, yo creo que sí. El humor es parte de la vida cotidiana de los bosnios y de la forma en que afrontan la vida. Antes de la guerra también era así, con la guerra se ennegreció, pero siempre ha sido así. Se valora mucho el humor en la conversación, el saber decir las cosas importantes, pero con ligereza, medio en tono de broma. Y cuando pasa algo, enseguida empiezan a salir bromas por Sarajevo. El día que dejen de hacer chistes y de reírse, de ser capaces de hacer humor de esta situación un poco trágica y disfuncional en la que se encuentran… ese día ya será profundamente preocupante.

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