“Mi hijo sufrió un shock anafiláctico en 2019 y, desde entonces, vivíamos con una alergia alimentaria severa a las nueces que nos limitaba mucho la vida a la familia. Y a él”. Así arranca el correo electrónico que Mónica Mena envía a esta redactora. Busca contar una historia que, ahora, es feliz. La de cuando, en el ‘Diario de Mallorca’, de Prensa Ibérica, leyó un artículo que le llenó de esperanza: cómo dos pediatras alergólogos habían conseguido tratar la alergia a los frutos secos mediante tratamiento con inmunoterapia oral. Un nuevo capítulo en la vida de su familia, confiesa.
De aquello hace, casi, un año. Mario cumplió 10 años este jueves y la madre recrea desde Mallorca la historia con emoción. Contentísima porque el pequeño ha pasado de “no poder comer alimentos ni siquiera con trazas a los frutos secos a los que era alérgic a poder comerse más de 3 nueces enteras del tirón. Sin ningún problema”.
Inmunoterapia oral
Los artífices del “milagro”, como lo tacha, fueron un equipo de pediatras alergólogos que habían desarrollado unos protocolos de inmunoterapia oral para 6 grupos de frutos secos: nuez, avellana, cacahuete, almendra, anacardo, pistacho y una semilla, el sésamo. Comandando el equipo, los doctores Celia Pinto y Javier Boné, de la Sección de Alergia Pediátrica de la Unidad de Pediatría y Adolescencia del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
Ellos han conseguido tratar la alergia mediada por IgE (en la que están involucradas las Inmunoglobulinas o anticuerpos E (IgE) del organismo) a frutos secos y al sésamo mediante inmunoterapia oral. La de los frutos secos es una de las principales causas de alergia alimentaria en todas las etapas de la vida. Lo explicaban los dos pediatras alergólogos, durante el 48 Congreso de la SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica) que se celebró en Córdoba en mayo de 2024.
Protocolos sencillos
Los protocolos desarrollados por estos especialistas son sencillos, fáciles de realizar, asequibles, eficaces y seguros. Para cada etapa, se ha seleccionado un producto elaborado con el fruto seco a tratar a una concentración determinada. Al principio de cada ciclo se realiza una prueba de exposición oral con el producto seleccionado que, después, se administra diariamente en el domicilio.
En el momento actual, este equipo ha realizado cerca de 200 inmunoterapias con frutos secos y sésamo, habiendo finalizado con éxito más de un centenar. El resto están aún en proceso. Uno de los niños que ha completado dos de estos tratamientos con éxito ellos ha sido el hijo de Mónica Mena.
La madre se remonta a aquel 2019 en el que su pequeño sufrió un shock anafiláctico. “Un día probó un trozo de nuez (ni siquiera fue una entera) y no estoy segura de si lo había probado antes. En ese momento todavía no te daban indicaciones muy claras en el pediatra por el tema de las alergias”, arranca el relato.
Mario se comió el trozo bajando a un aparcamiento porque se iban de paseo. “Antes de llegar al coche ya comenzó con síntomas que en ese momento confundíamos con atragantamiento: picor en la zona del cuello, tos, sensación de asfixia,… lo metimos en el coche y ya vimos que algo raro estaba pasando porque, aunque no se estaba ahogando, vomitaba el agua que le dábamos y seguía rascándose el cuello y haciendo gestos raros“.
En críticos
Cuando la familia llegó al hospital -que apenas está a 10 minutos de su casa-, el niño ya estaba con la cara completamente hinchada y le costaba respirar. La actuación de los médicos de urgencias fue “impecable”. Trasladaron al pequeño a la unidad de críticos y allí le estabilizaron con adrenalina y otras medicinas. El niño tenía 4 años.
Vivimos con mucho miedo e incertidumbre y con adrenalinas a cuestas. En casa de los abuelos, en el colegio…
“A partir de ahí, entramos en el ‘maravilloso’ mundo de las alergias alimentarias… que implica mucho miedo e incertidumbre y con adrenalinas a cuestas. En casa de los abuelos, en el colegio… Estos años, no ha podido comer ni nueces, ni ningún alimento que llevara trazas (con todo lo que eso conlleva)”, explica.
Habla de mucho cuidado en los restaurantes, en los cumpleaños… De llevarle un menú o tarta especial para él, de no poder comer las chuches que recogía en Halloween y tener que acarrear las suyas, de no poder quedarse a dormir en casa de amigos si las madres no se hacían responsables de aprender a usar el inyector de adrenalina… “Y el tema de ir a hoteles con los buffets que podían estar contaminados, o irnos de viaje a países donde no nos entendieran, se hacía cuesta arriba”, añade.

Comedor escolar. / EP (archivo)
Siguieron con sus revisiones en el alergólogo e intentado buscar una salida “pero parecía imposible”. Habían oído que solo en Estados Unidos se estaban empezando a hacer tratamientos de inmunoterapia oral. “Habíamos intentando buscar alguna solución desde entonces y nada… En todos los sitios que preguntábamos nos decían que era algo sin cura y con lo que tendríamos que aprender a vivir el resto de nuestras vidas”. Y, de repente, a través de un artículo, resalta maravillada, descubrieron que existía otra posibilidad.
En la pública
“Llamamos enseguida y fuimos a ver si podían tratar a mi hijo y sí, el milagro se hizo”, recuerda Mónica en alusión al protocolo desarrollado por los doctores Pinto y Boné. La familia comenzó con el tratamiento en julio de 2024. Desde ese momento, han sido meses de visitas a Madrid y -y no solo ellos porque les han dicho que “muchísima gente de las islas” ha acudido a los mismos especialistas- y de seguir las pautas que el “gran equipo médico”, les iba indicando. Hace apenas unos días, les han dicho que, por fin, Mario terminaba con su tratamiento.
Mónica Mena quiere que se visibilice que existe esta opción. “Ha cambiado la vida de mi hijo y, de rebote, la nuestra”, dice pletórica. Pero pide, además, que las familias estén informadas de las opciones y que un tratamiento de este tipo pueda aplicarse en la sanidad pública. “Nosotros porque nos hemos podido permitir este sacrificio, pero muchas familias ni pueden, ni saben de su existencia. Llevo años pidiéndolo, cada vez que voy a mi alergólogo, aquí en Mallorca, incluso fui a uno privado y me hice socia de la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (AEPNAA). En ningún sitio me informaron de esto que estaba empezando”, finaliza.
Enlace de origen : De vivir con una alergia alimentaria severa a comer sin miedo: "Tener un tratamiento para nuestro hijo nos ha cambiado la vida"