Desde junio del pasado año todos los concellos de más de 5.000 habitantes están obligados a instalar el contenedor marrón para la recogida separada de la materia orgánica. Para el resto de municipios el plazo termina en poco más de cuatro meses –antes del 31 de diciembre de este año–. Para dar una solución al tratamiento de estos residuos la Xunta decidió construir cuatro plantas de compostaje, una por provincia. La primera en funcionar en febrero de 2020 fue la de Cerceda, pero tres años después solo da servicio a seis ayuntamientos. También están ya finalizadas las centrales situadas en Verín (Ourense) y Cervo (Lugo). Sin embargo, la Consellería de Medio Ambiente aclara que “aún no han entrado en funcionamiento porque los concellos no están enviando materia orgánica”. El Gobierno gallego se ha gastado casi 13 millones de euros en su construcción, pero de momento ninguno de los 39 municipios que se podrían beneficiar de estas instalaciones están mandando biorresiduos para la fabricación de compost.
Por último, en Pontevedra la Xunta eligió el concello de Vilanova de Arousa para ubicar su planta de compostaje. Pero las obras de construcción aún no han finalizado. La previsión es que pueda comenzar su actividad en octubre.
Medio Ambiente apuró los plazos para garantizar que Galicia contase con una instalación para el tratamiento del compost en cada provincia antes de que finalizase 2023, que es el horizonte fijado por la UE para la instalación del contenedor marrón que obligará a separar los biorresiduos. Hasta ahora en Galicia la materia orgánica se mezclaba en el contenedor verde con el resto de basura no apta para el reciclaje y terminaba en la planta de incineración. Sin embargo, para incrementar el volumen de desechos reciclados Bruselas obligará ahora a reutilizar los biorresiduos para transformarlos en abono.
Esto obliga, por un lado, a los ayuntamientos a cambiar el sistema de recogida de residuos, pero además exige una red de infraestructuras para tratar la materia orgánica. Han surgido iniciativas como el reparto de compostadores individuales para las casas o la instalación de estos depósitos a nivel colectivo por barrios. Pero esto no será insuficiente para gestionar la totalidad de los biorresiduos que se generen en Galicia. La Xunta abrió la puerta a plantas de compostaje privadas, pero ante la falta de iniciativa empresarial decidió impulsar, dentro del modelo de Sogama, cuatro instalaciones, una por provincia, para gestionar esta basura orgánica.
Sin embargo, el retraso de los ayuntamientos en la recogida separada de los biorresiduos está provocando que la planta de Cerceda funcione a medio gas y que las de Verín y Cervo ni siquiera hayan arrancado. Y eso que Sogama cobra menos a los concellos por el tratamiento del compost que por el resto de los residuos, lo que permitiría abaratar la factura de la basura a los vecinos de un total 83 municipios a los que se prevé que puedan dar servicio las cuatro plantas de compostaje.
La central de Verín está preparada para atender a 24 ayuntamientos del entorno. Además de Verín, está Oímbra, Monterrei, Cualedro, Trasmiras, Laza, Castrelo do Val, Ríos, Vilardevós, Baltar, Os Blancos, Calvos de Randín, Porqueira, Xinzo de Limia, Vilar de Santos, Rairiz de Veiga, Sandías, Xunqueira de Ambía, Sarreaus, Vilar de Barrio, Vilariño de Conso, A Gudiña, A Mezquita y Viana do Bolo. Todos estos concellos suman 48.000 habitantes. La planta tendrá una capacidad para tratar 3.000 toneladas anuales de materia orgánica y 1.600 toneladas de material estructurante (podas y restos de madera) y se estima que producirá 1.500 toneladas de compost al año, que servirá de abono de alta calidad para el uso en el sector de la agricultura y la jardinería.
Se adjudicaron las obras por 6,6 millones de euros y estaba previsto que finalizase su construcción antes del 1 de junio. Medio Ambiente confirma que efectivamente ya está lista pero dos meses después no empezó aún a funcionar.
En el caso de la planta de Cervo las obras también concluyeron en el plazo previsto –en el primer semestre del año– y costaron 6,4 millones de euros, pero tampoco está operativa de momento. Ninguno de los 15 ayuntamientos a los que podría dar servicio –Cervo, Alfoz, Barreiros, Burela, Foz, Lourenzá, Mañón, Mondoñedo, Muras, Ourol, Ribadeo, O Valodouro, O Vicedo, Viveiro y Xove– ha enviado todavía materia orgánica. Un total de 69.300 habitantes se podrían beneficiar de las instalaciones, preparadas para tratar 3.000 toneladas de materia orgánica al año más 1.600 toneladas de material estructurante y que tiene capacidad para producir alrededor de 1.500 toneladas anuales de compost.
Y a Cerceda, la primera planta de compostaje que entró en funcionamiento, solo seis municipios envían basura orgánica de los 18 a los que podría dar servicio La lista la conforman Cerceda, Carballo, A Laracha, Santa Comba, Cabana de Bergantiños y Santiago de Compostela.
Queda pendiente de finalización la planta situada en Vilanova de Arousa, a la que podrán enviar biorresiduos un total de 26 municipios, que aglutinan una población de 326.846 habitantes.
Enlace de origen : Dos de las plantas de compostaje están paradas al no enviar residuos 39 concellos