El acusado atacó primero al profesor con bolas de mármol y lo remató a cuchilladas

La comparecencia de los dos médicos forenses que realizaron la autopsia en el caso del crimen del profesor de la calle Areal no dejó lugar a dudas sobre el violento ataque mortal del que fue víctima Benito Torreiro Sío.

Este sexagenario estaba en el sofá del salón de su piso cuando empezó la agresión: la hipótesis de los expertos que declararon ayer en el juicio es que primero recibió una sucesión de golpes en la cabeza y en la cara con unas bolas de mármol decorativas que tenía en su casa y, con su capacidad de defensa y reacción ya “prácticamente anulada” desde esos momentos iniciales debido a que varios de los impactos le causaron un hundimiento craneal, a continuación recibió 21 cuchilladas, la mayoría en cabeza y cuello, cayendo finalmente desplomado en un pasillo de la misma estancia.

Aunque la causa de la muerte fue la “combinación” de ambos tipos de lesiones, las provocadas por los golpes y las derivadas del arma blanca, hay al menos una de las heridas que, por si sola, ya fue mortal de necesidad: un corte profundo en el cuello que afectó a todos los vasos sanguíneos del cuello, incluidas las venas carótidas y yugular, y que le provocó una hemorragia masiva. “Con esa lesión no hay posibilidad de supervivencia, es incompatible con la vida”, resumieron.

La de este jueves fue la cuarta jornada del juicio con jurado popular que desde el lunes se celebra en la Audiencia de Vigo contra el joven monfortino David Macía Castro, que confesó el crimen. La comparecencia de los forenses fue una de las pruebas clave de esta sesión. A preguntas del fiscal, relataron que Benito, profesor jubilado, tenía dos tipos de lesiones. Por un lado describieron un total de 11 contusiones causadas por un número mayor de golpes propinados con las bolas decorativas de la vivienda del fallecido, que tenían un peso de entre 500 gramos y un kilo cada una. Diez de esas lesiones estaban localizadas en la cabeza y en la región facial y concretamente una de ellas, la “más importante” y de mayor intensidad al ser el resultado de cuatro golpes propinados sobre el mismo punto, derivó en una fractura con hundimiento craneal.

A merced del agresor

Esos impactos en el cráneo le dejaron a merced del acusado. Los forenses, en este caso a una de las preguntas que realizó el jurado popular, dijeron que al menos tuvo que quedar en un estado de “semiinconsciencia importante” que le dejó con su capacidad de reacción muy limitada. Sus posibilidades de defenderse se vieron “prácticamente anuladas”.

En ese estado se encontraba cuando, tras los golpes, fue atacado con el cuchillo. El sexagenario presentaba 21 heridas de arma blanca, localizadas sobre todo en cuello y cabeza. La punta del cuchillo llegó a quedar incrustada en el cráneo de la víctima. También tenía cortes en el tórax –uno de ellos llegó al pulmón– y algunos más, en este caso más pequeños y superficiales, en el dorso de la mano derecha, zona en la que también había un golpe. Los de la mano, concretaron los forenses, son signos de la casi nula defensa que pudo ejercer la víctima.

La “importante agresividad” que desplegó el monfortino dio lugar a un escenario de “dinamismo” en el que las posiciones de víctima y agresor fueron variando: la tesis de los forenses es que en el momento inicial del ataque el profesor estaba en su sofá y que la agresión acabó en las proximidades, en un pasillo del salón, el lugar donde el fallecido fue hallado desplomado sobre un gran charco de sangre.

Sobre la data de la muerte, los análisis forenses solo pudieron precisar que el fallecimiento se habría producido entre el 27 y el 29 de diciembre de 2021. Otros datos de la investigación permiten acotar más el momento del crimen, que se situaría en la madrugada del 28 al 29 de diciembre. Los amigos que estuvieron con él antes y después lo vieron nervioso y violento.

El ADN, otra contundente prueba contra el joven monfortino

El de la calle Areal fue de todo menos un crimen perfecto. David Macía dejó todo un reguero de pruebas que lo delatan. Junto a sus zapatillas y su ropa ensangrentada, que la Policía Nacional incautó en el hotel donde se alojaba, en el escenario del crimen, y concretamente en las armas con las que mató al profesor, se hallaron sus huellas dactilares y su ADN. Ayer comparecieron los policías nacionales que realizaron los análisis biológicos y las conclusiones son contundentes.

En una de las bolas de mármol se identificó sangre de la víctima y las huellas del acusado. Y en el cuchillo, concretamente en el mango, había mezcla de ADN pertenecientes también al fallecido y al homicida confeso. Y en las zapatillas de deporte de David había restos de sangre de Benito Torreiro. El juicio continúa el lunes, cuando está previsto que sean los informes finales de las partes.

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