El Álamo

Si tuviéramos que señalar un lugar en Estados Unidos donde se promueve orgullosamente el «hecho diferencial», ese lugar sería Texas. En este estado sureño también presumen de su historia como república independiente, así como de sus tradiciones y costumbres. Como sucede con tantos otros nacionalismos, la mitología nace en la melancolía de la derrota, aquella que resultó de la batalla de El Álamo, donde decenas de hombres se dejaron la vida defendiendo la vieja misión española asediada por el Ejército mexicano, motivando supuestamente la victoria posterior en la batalla de San Jacinto, cuando Samuel Houston y sus hombres obligaron al general Santa Anna a reconocer la independencia del territorio en 1836. «Recordad El Álamo» fue el grito de guerra de los texanos que luchaban por la secesión (en 1845, Texas se anexionó a Estados Unidos).

Sin embargo, en la actualidad, estos particularismos, a diferencia de lo que ocurre en otras regiones del mundo con una idiosincrasia similar, no se canalizan políticamente a través de movimientos secesionistas o desafíos a la integridad territorial de otro país. Digamos que, para los nativos de este estado, ser texano es una (quizás la mejor) manera de ser estadounidense. Hasta el punto de que el folclore local se confunde con el nacional. Los vaqueros texanos, a los ojos de muchos foráneos, no dejan de ser el estereotipo del estadounidense asilvestrado. Texas, con su amplia extensión (es casi tan grande como Francia y Gran Bretaña juntas), su población (supera en número de habitantes a varios países europeos, entre ellos Portugal, Grecia y Bélgica) y su economía (la octava del mundo, por delante de Rusia y Canadá), es una nacionalidad histórica que contempla la posibilidad de la secesión… pero solo en su propio territorio (Texas podría dividirse en varios estados, pero no salirse de la Unión).

En El Álamo, localizado en la ciudad de San Antonio y declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad, se rinde homenaje a aquel acto de resistencia que inspiraría el advenimiento de la república texana. Es una misión pequeña que mantiene vivo el acontecimiento de 1836. Allí están las placas con los nombres de «los héroes» (entre los que, por cierto, se hallan algunos inmigrantes europeos de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Dinamarca) situadas bajo las seis banderas de los países que ejercieron soberanía sobre algunas partes del estado (España, México, Francia, República de Texas, la Confederación y los Estados Unidos).

«La operatividad del mito es referencia motivadora en todo tipo de hazañas bélicas y deportivas»

Aquí se cuenta la historia de una derrota. Su significado, sin embargo, resulta más complejo. ¿En nombre de qué luchaban aquellos hombres? Según el mito (perpetuado por Hollywood), se trataba de la lucha por la libertad contra el centralismo mexicano. Otras versiones, más cercanas a lo prosaico, determinan que, en realidad, lo que se pretendía era preservar la esclavitud, una práctica que México prohibía. Se ha dicho también que Davy Crockett murió en combate, como en la famosa película de John Wayne, aunque, de acuerdo con otras fuentes, se rindió y fue ejecutado (en el vídeo informativo que emiten sobre el conflicto presentan al menos estas dos posibilidades sobre el destino del héroe popular).

En cualquier caso, la operatividad del mito ha servido como referencia motivadora en todo tipo de hazañas bélicas y deportivas. «Cuando la leyenda se convierte en un hecho, imprime la leyenda», se decía en El hombre que mató a Liberty Valance. El monumento no resultaría tan atractivo si su causa no fuera tan noble. De este modo se construyen muchas veces las naciones. El orgullo identitario no entiende de rigor. Y la naturaleza polisémica de ciertas palabras hace que la historia contenga multitudes de versiones. Ocurre que, en efecto, para algunos, la libertad sería precisamente su «derecho» a ejercer la esclavitud. Pero así no se venderían tantos souvenirs.

Enlace de origen : El Álamo

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