La asamblea del Arosa celebrada ayer en el Hotel Castelao fue la más tensa que se recuerda en los últimos años. La abrupta despedida de Julio Rey se convirtió en la espita de un cruce de opiniones entre socios que, por momentos, se convirtió en ingobernable.
Ninguno de los presentes reprochó la gestión económica de la entidad presentada por el tesorero Manuel Cascallar en presencia del director general, Rodrigo Lojo, y el presidente Manuel Abalo. Todo el terremoto incontenible de cruces de palabras difícilmente audibles arrancó cuando se tocó la parcela deportiva.
En primer lugar, en relación a la diferencia de valoración al respecto de la temporada deportiva del primer equipo. Mientras la directiva coincidía con la valoración del técnico Luisito Míguez, hecha a la conclusión del curso, a la hora de calificar la temporada como extraordinaria, gran parte del centenar de personas discreparon vehementemente a este respecto.
Aspectos como la clasificación de la Copa del Rey o la segunda plaza en liga fueron los argumentos esgrimidos por los defensores del éxito de la temporada. Enfrente, hubo muchos de los presentes que rebatieron esta afirmación apelando a cuestiones como la devaluación de la categoría, los muchos empates registrados o a la no consecución del objetivo para el que fue construido el proyecto.
Momentos tensos
Antes de todo ello se procedió a aprobar el acta de la última asamblea del año pasado y a presentar unas cuentas en las que el superávit que presentó y aprobaron los socios fue de 9.109,38 euros sobre un presupuesto de 486.228 euros en el capítulo de ingresos y de 477.119 en el de gastos. Todo ello partiendo tras el curso anterior de un déficit de aproximadamente 3.000 euros, por lo que el saldo en caja ronda los 6.000 euros.
Tras la abrumadora aprobación a todo lo económico, fue en el capítulo de ruegos y preguntas donde se desató el desorden en un clima que no dejó fluir el capítulo de intervenciones, dejando en mal lugar la imagen de la entidad.
Se reclamó la presencia de Luisito en la asamblea en su faceta de director deportivo, pero el club excusó su ausencia puesto que nunca compareció más que la directiva en la cita con los socios. A continuación se tocó la cuestión relativa a la marcha de Julio Rey y la postura adoptada por el club en el conflicto con el entrenador. Ello dio lugar a un acalorado debate sobre las formas empleadas por Luisito, al que algunos aficionados acusaron de utilizar un trato despectivo y de falta de respeto hacia los jugadores en el trato diario.
Manuel Abalo lamentó la situación y la marcha de Julio Rey y le recordó que “tiene las puertas abiertas”, aunque algunos socios le recriminaron al presidente que no optase por el despido del entrenador. Otros socios, también en un tono elevado y gesticulante, defendieron la decisión de seguir apostando por Luisito invitando a los socios discordantes a asumir la directiva para poder tomar decisiones. Todo ello entre reproches, interrupciones y discrepancias que confirman la división del arosismo al respecto de la gestión deportiva de Luisito y la postura del club de mantenerle en el cargo.
La petición por parte de los socios de autocrítica por parte de la directiva, en la parcela deportiva, fue otro de los puntos calientes. Alguna persona incluso fue presa de los nervios en su exposición y las interrupciones continúas entre los favorables al entrenador y los que no los estaban hacía imposible que la asamblea tuviese un hilo que poder seguir.
El único punto de concordancia del cónclave lo pusieron Zurdy Abalo, madre de Julio Rey, y Manuel Abalo en la petición de unidad al arosismo después del terremoto causado con la salida del capitán, conscientes de que el punto de partida es una notoria división.
Enlace de origen : El Arosa cierra su asamblea más tensa con la afición dividida respecto a Luisito