La salvación no acaba de llegar y el estado del paciente se agrava. Lejos de conseguir los dos puntos que darían la definitiva tranquilidad, el Celta ofrece señales más inquietantes. Ayer fue el Valencia su verdugo en un partido loco en el que los de Carvalhal consiguieron igualar el tanto inicial de Kluivert pero cuando parecían tener el punto en el bolsillo, que era casi un pasaporte para la tranquilidad, el canterano Marí anotó el segundo gol a dos minutos del final y sumió al Celta en la absoluta depresión. Sigue necesitando una victoria, pero su estado anímico, mental y de forma resultan aterradores.
Decidido a complicarse la vida como de costumbre, el equipo de Carvalhal encajó en la primera llegada del rival. Solo se llevaban siete minutos cuando un pelotazo a la banda izquierda se lo tragó de forma escandalosa Cervi, que ejercía de lateral izquierdo por la ausencia del sancionado Javi Galán. Kluivert no perdonó el regalo y al Celta le tocó remar contracorriente. Y no están los vigueses ahora mismo para grandes alardes. Llegan a estas alturas con el depósito de gasolina bajo mínimos y con futbolistas en un estado alarmante de forma. Dos de ellos son Gabri Veiga y Aspas. Y sin ellos era casi imposible generar peligro en el área contraria. El Celta, amenazado por las contras del Valencia, vivió de lo que fuese capaz de generar Carles Pérez sobre quien doblaba su atención el equipo de Baraja. No pintaba bien la tarde para los vigueses, cada vez más bloqueados, bien defendidos por el Valencia, incapaces de generar nada ocurrente en el campo rival. Poco importaba que Iván Villar tuviese un día tranquilo; el problema era gestionar aquella situación.
El paso por el banquillo no le sentó mal al Celta que rozó el empate con un disparo de Seferovic que Mamardashvili desvió de forma milagrosa. Parecía mejor puesto el grupo de Carvalhal cuando de repente el Valencia se encontró con un aluvión de cinco minutos en los que perdonó varias situaciones muy claras para ampliar su ventaja. Carvalhal reaccionó a la situación con un movimiento extraño porque prescindió de Iago Aspas, desaparecido, para dar entrada a Larsen y juntarle con Seferovic en ataque. El Celta lo agradeció y volvió a generar en el área rival. Y así, en un saque de esquina, Seferovic conectó un cabezazo impecable para empatar con media hora por delante. Fue un momento importante para los vigueses porque apretaron a un Valencia que sufrió el golpe y durante unos minutos se dejó llevar por la ansiedad. Era un momento para mantener los nervios, para tener la cabeza fría. Oscar Rodríguez remató al palo en una ocasión muy clara para el Celta y los de Carvalhal parecieron llegar mejor al final del partido, pero a dos minutos para el final un error de marcaje fue aprovechado por Marí para anotar el segundo gol completamente solo en el área y dejar al Celta en un considerable embrollo.
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