Dice que le hubiese gustado dedicarse a la literatura y escribir, que ha “deambulado” entre la narrativa y la poesía, como fantaseaba en este poema que escribió en 2018:
“Mi amor, he decidido ser poetaEl salto al vacío que esta decisión implicaes riguroso,pero a diferencia de las leyes de la físicaen la poesía no siempre se cae hacia abajo”
Sin embargo, tomó un rumbo distinto —por ahora—, aunque no deja de ser “un salto al vacío”. Gabriel Boric empezó recientemente, a sus 35 años, su primera campaña como candidato a la presidencia de Chile, cuya primera vuelta electoral se celebra el próximo 21 de noviembre. En vez de poeta, ha decidido ser presidente. Uno de los exlíderes del movimiento estudiantil que en 2011 sacudió el país sudamericano, saltó a las instituciones y en 2014 fue elegido diputado. Y lo hizo como el único independiente, es decir, sin el apoyo de ninguna de las dos grandes coaliciones —de centroizquierda y de derecha— que se han alternado en el poder desde el retorno a la democracia en 1990.
Había pasado apenas un mes de su 35º aniversario, edad en que la ley chilena permite concurrir a una elección presidencial, cuando su partido lo proclamó como candidato. Luego se convirtió en abanderado de toda su coalición, el Frente Amplio, que por segunda vez presentará una candidatura desde la izquierda. Pero su candidatura fue solo un primer paso, el más sencillo. Por delante quedaban dos grandes desafíos: recoger casi 35.000 firmas en tres semanas para validar la postulación, y ganar las primarias contra el Partido Comunista. Contra todo pronóstico, logró ambos objetivos. “Nos dijeron que era imposible, pero aquí estamos”, dijo tras conseguir el primer hito. Desde entonces, las encuestas le juegan a favor y lo colocan como uno de los favoritos. Si no hay sorpresas, disputará la segunda vuelta con el candidato de la derecha, Sebastián Sichel.
“¿Estos quiénes son?”: cómo 27 desconocidos sin Twitter van a cambiar la historia de Chile
Lucas Proto
“Magallánico fundamentalista”
Si hay algo que define a Gabriel Boric y de lo que él hace bandera es su origen. Procede de la Región de Magallanes, la más austral de Chile y del mundo. “Soy magallánico fundamentalista. Hijo de una región extrema que ha sentido el aislamiento de Chile”, explicitó en una entrevista. Descendiente de croatas, por el lado paterno, y de catalanes, por el materno, es el mayor de tres hermanos, la tercera generación nacida en Chile. Creció en una familia acomodada y politizada. Su padre, Luis Boric era ingeniero de la Empresa Nacional de Petróleo Enap (llegó a ser gerente de su zona) y su madre, Soledad Font, es trabajadora del hogar.
“Soy un privilegiado… Me hice de izquierda cuando adquirí conciencia de que algunos de los privilegios que tenía se sostenían en que otros no los tuvieran”, reconoció en una entrevista. En la familia de su padre hay integrantes que lucharon activamente contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Aunque Luis Boric ha militado siempre en la Democracia Cristiana, tiene simpatía con el socialismo, algo que su hijo imitó. De hecho, se ha declarado en varias ocasiones “cercano a la tradición histórica del Partido Socialista”.
Gracias a las más de 300 personas que están conectadas en las mesas ciudadanas sectoriales. Para realizar los cambios que las y los chilenos queremos debemos crear el programa que dirigirá el próximo gobierno entre tod@s, por eso unimos de forma remota nuestro país. SOMOS UNO!✊ pic.twitter.com/mMvHMWDTKZ
— Gabriel Boric Font (@gabrielboric) September 21, 2021
Líder estudiantil
Boric irrumpió en el escenario político chileno en 2011, cuando fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y encabezó masivas manifestaciones de jóvenes que pedían cambios en el acceso y calidad del sistema educativo. Sin embargo, su trayectoria en la política estudiantil empezó mucho antes, a los 13 años. En ese tiempo, como estudiante del Colegio Británico de Punta Arenas, uno de los más caros de su zona, se implicó en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios de su ciudad natal.
Dos años después, en 2001, tuvo lugar la primera protesta masiva de estudiantes de secundaria de la democracia, conocida como el Mochilazo. Una huelga que fue el preludio de otras grandes marchas estudiantiles —la Revolución Pingüina de 2006 y las de los universitarios en 2011— protagonizadas por una generación de jóvenes dispuesta a poner en jaque un modelo educativo heredado de la dictadura. El recorrido de Gabriel Boric no puede desvincularse de la movilización social y política que marcó a los alumnos chilenos de la primera década de los 2000.
Entendiendo el referéndum de Chile: ¿se acabó el ‘oasis neoliberal’ de América Latina?
Carlos Santamaría*
A los 18 se trasladó a Santiago para estudiar Derecho en la Universidad de Chile, la más prestigiosa del país. Un tránsito “difícil” que —ha reconocido— le costó superar el primer año. Su vida universitaria estuvo empapada de militancia política: ingresó al grupo Izquierda Autónoma, uno de los espacios de la izquierda chilena no tradicional, y ocupó distintos cargos en los órganos universitarios. En su quinto año de carrera, con 23 años, y como presidente del Centro de Alumnos de la Facultad de Derecho, impulsó la ocupación del edificio universitario en una protesta contra el decano de la época. La protesta se sostuvo durante 45 días y, según los medios, llegó a congregar a más de 400 estudiantes. El decano fue apartado y Boric comenzó a aparecer en la prensa.2011 fue un año de máxima ebullición del movimiento estudiantil. Cientos de manifestaciones fueron convocadas y caló fuerte la idea de reivindicar el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad. El Gobierno de Sebastián Piñera —entonces en su primer mandato (2010-2014)— intentaba rebajar la tensión en las calles y apostó por el desgaste natural del movimiento, que nunca llegó. En agosto, cuando la movilización llevaba cerca de tres meses, en la capital, se vivió una de las protestas más duramente reprimida desde el retorno a la democracia hasta entonces. La jornada se saldó con casi 900 detenidos solo en Santiago.
Los jóvenes querían decidir sobre aquello que les afectaba y el interés en lo político se activó con fuerza. En diciembre se celebraron las elecciones universitarias más concurridas hasta hoy, que entregaron la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile a Boric y dejaron en un segundo lugar a su antecesora, la comunista Camila Vallejo, quien había liderado las protestas durante todo el año. “Los enemigos son quienes quieren privatizar la educación pública y mercantilizar todos los aspectos de nuestras vidas […] Se viene la articulación de un nuevo movimiento no solo para cambiar la educación, sino para transformar el país entero”, expresó Boric al final de la jornada, una vez proclamado ganador.
La tormenta perfecta que puede cambiar el ‘oasis’ de Latinoamérica para siempre
L. P.
Salto a la política
A pocos días de ser elegido presidente de la Fech, Boric ya apuntaba sus intenciones de dar el pulso desde dentro de las instituciones. Su diagnóstico ya iba más allá de los análisis meramente enfocados en educación: “Los problemas que tiene la sociedad chilena no son de carácter sectorial […] todo está cruzado por una transversal que es un modelo político y económico que excluye a las grandes mayorías de la toma de decisiones y favorece a una pequeña minoría”, afirmaba entonces.
Tras terminar los estudios de Derecho –le quedó pendiente titularse porque no realizó el examen final de carrera, un asunto que ahora le echó en cara su principal adversario—, se abocó en su carrera política. Tenía 27 años. Su llegada al Congreso en 2014, junto con Vallejo y Giorgio Jackson, excompañeros con quien había compartido las protestas de la calle, causó polémica por su vestimenta. Los parlamentarios más conservadores criticaron que no llevaba corbata y vestía una gabardina. “Lo tomé como algo muy ridículo, que estuvieran haciendo show por no andar con corbata, y después entendí que todos esos símbolos eran mecanismos de disciplinamiento para homogeneizar a quienes entraban. Para mí era muy importante mantener la dosis de rebeldía que nos había llevado hasta allá“, ha comentado después sobre este episodio.
Desde la Cámara de Diputados trabajó con Jackson para levantar la coalición de izquierda Frente Amplio que para las elecciones de 2017 irrumpió con 20 diputados. En esta segunda legislatura, una de sus banderas ha sido la defensa de la salud mental levantada tras un momento personal que lo llevó a reconocer públicamente que desde pequeño sufre un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). “Por recomendación médica decidí ser responsable y tratármelo”, dijo entonces. Luego admitió que “tenía dificultades para leer, escribir, caminar, llegaba a ser inhabilitante”, y que gracias a un “tratamiento permanente” al que se sometió ha logrado tener una mejor calidad de vida.
En este tiempo, desde el Frente Amplio Boric ha seguido de cerca el surgimiento y la evolución de Podemos en España. Ambas fuerzas están formadas por jóvenes, emergieron en la misma época y comparten referentes intelectuales. Conceptos como “la casta política” se han escuchado en la izquierda chilena. Se ha reunido en varias ocasiones con Pablo Iglesias y con la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, a quienes mandó ánimo a través de Twitter durante la polémica sobre su vivienda en Galapagar en 2018. “Mucha fuerza en estos momentos difíciles a mis compañero@s @Pablo_Iglesias_ e @Irene_Montero_“, publicó en la red social.
Mucha fuerza en estos momentos difíciles a mis compañero@s @Pablo_Iglesias_ e @Irene_Montero_. En política siempre nos veremos enfrentados a tiempos duros, ya sea por errores o el encono d adversarios. Humildad, transparencia cmo lo han hecho y a seguir luchando. Un abrazo firme!
— Gabriel Boric Font (@gabrielboric) May 22, 2018
“No le tengan miedo a la juventud”
El estallido social de 2019 ha marcado hasta hoy la segunda legislatura parlamentaria. La ola de protestas que inició en octubre de 2019 para reclamar mejoras en derechos sociales —pensiones, salud y educación— fue canalizada a través de un acuerdo político transversal que abrió la puerta a un proceso para cambiar la Constitución vigente, heredera de la dictadura.
El pacto, que se bautizó como Acuerdo Social por la Paz y Nueva Constitución, fue el resultado de una larga jornada de negociación y se firmó entrada la madrugada del 15 de noviembre de 2019. Boric firmó el acuerdo a título personal, pero sin el respaldo de las bases de su partido. “Es uno de los momentos más difíciles que me ha tocado enfrentar”, ha admitido el candidato, que hasta hoy respalda lo que hizo. Sin embargo, ese acto le costó críticas desde su propio sector y de los movimientos sociales, que por entonces se mostraban muy desconfiados con un pacto que consideraban “cocinado” entre cuatro paredes, entre partidos políticos y a espaldas de la gente.
Por eso, le tocó enfrentar escraches públicos e insultos. Su fama de “amarillo”, que en Chile se entiende como quien cambia de opinión según le conviene, fue aún más resaltada en ese período. Él, en cambio, dice que lo que hace es “expresar dudas de las convicciones propias o estar dispuesto a conversar con quien piensa distinto”. De hecho, en su cuenta de Twitter cita al filósofo francés Albert Camus: “La duda debe seguir a la convicción como una sombra”.
Independientes e izquierda serán mayoría para redactar la nueva Constitución de Chile
Europa Press
En la precampaña, sus rivales políticos le han reprochado su juventud y poca experiencia: “No se tituló y el Estado siempre le ha pagado sueldo”, espetó Sebastián Sichel. Boric, sin embargo, lo ha reivindicado como un valor en positivo de su candidatura: “No le tengan miedo a la juventud, porque tenemos la experiencia de quienes lucharon antes que nosotros, aprendemos de sus errores y aciertos y tomamos su posta”, dijo en su primer discurso como candidato presidencial.
De convertirse en el futuro presidente de Chile, Gabriel Boric recibirá la banda y el relevo del Gobierno de la mano de Sebastián Piñera, a quien desafió desde la calle en 2011 y luego, como oposición, desde las instituciones. El gran desafío de su mandato será gobernar en la recta final de un proceso constituyente que instalará la nueva Carta Magna y abrirá una nueva etapa en el país.
source El “compañero” de Pablo Iglesias que va camino de ser el presidente de Chile