“Ha vuelto a pasar. El Gobierno no aprende. La confrontación a la presidenta no le resta, motiva todavía más a su electorado. Y dentro del partido vuelve a ser la única dirigente que pone pie en pared con Sánchez. Nadie más habría llegado tan lejos ni se habría atrevido a frenar a Bolaños”. Distintos cargos del PP coinciden en esa lectura. Algunos están en el poder, otros en la dirección nacional y los últimos, tuvieron mucha responsabilidad en el pasado. La fiesta del Dos de Mayo, Día de la Comunidad de Madrid, se volvió a confirmar como el principal escenario de choque entre Isabel Díaz Ayuso y el Ejecutivo central.
El pistoletazo de salida hacia una campaña electoral amarga, con una tensión latente entre las dos administraciones, parece no tener fin y amenaza con tapar todo lo demás, debates y candidatos incluidos. Internamente, en el PP las aguas se revuelven con percepciones encontradas: observan la capacidad de la madrileña para mantener a los electores en pie con un estilo político que no todos los dirigentes comparten —por el miedo de “pasarse de frenada” al impedir que el ministro Félix Bolaños estuviera en la tribuna durante la parada militar—. Y, al mismo tiempo, consideran que “si alguien podía actuar como lo hizo, era ella”.
El conflicto asomaba desde hace días. En la Puerta del Sol venían advirtiendo durante el fin de semana que el ministro de la Presidencia, mano derecha de Pedro Sánchez y presente en la campaña socialista de Madrid de forma constante desde hace varias semanas, había decidido acudir a los actos del Dos de Mayo sin invitación. El problema, dicen distintas fuentes del entorno de Ayuso, estuvo realmente en “las formas”. La única invitación que cursó inicialmente Sol iba destinada a la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, por entender que es su competencia. La de Margarita Robles se gestionó cuando hace días la ministra de Defensa transmitió su deseo de estar.
Después de idas y venidas, y distintas versiones de las dos partes, Bolaños acudió a la Puerta del Sol. Moncloa ya venía explicando que la representación del Gobierno la decide el propio Gobierno en función del acto y reconocían su asombro por lo que veían “una polémica artificial”.
Los servicios de Protocolo de la Comunidad de Madrid introdujeron el asiento del ministro en la primera fila de autoridades, junto a la titular de Defensa, para la entrega de medallas y el discurso de la presidenta. La tensión ya se hizo palpable en el primer saludo. Pero fue a más en el transcurso del acto. “Nadie va a un acto sin ser invitado, aunque sea ministro. Y además el Gobierno ya está representado con Robles”, decían dirigentes del PP presentes.
En el equipo de Bolaños no parecían tener claro qué iba a ocurrir en el exterior, durante la parada militar, pero en Sol aseguran que “desde hace días” sabían que no tendría sitio en la tribuna. “Y aun así ha intentado subir. Solo se explica que quisiera reventar el acto”, llegan a acusar en el entorno de Ayuso.
El gobierno carga contra la “deslealtad”
En Moncloa, sin embargo, creen que la Comunidad de Madrid traspasó las líneas rojas. “Incumplen un real decreto no dejando a un ministro del Gobierno subir a la tribuna. El PP se salta las normas básicas de nuestro Estado democrático y de Derecho. Se falta al deber básico de lealtad institucional”, afirmaban pocos minutos después de que la jefa de Protocolo de Sol impidiera al ministro acceder a la zona donde ya estaba Ayuso, el alcalde de la capital, Robles e incluso Alberto Núñez Feijóo en calidad de jefe de la oposición.
Para el Gobierno, y también para el PSOE madrileño, es “incomprensible” que un ministro se quedara sin lugar en la tribuna mientras el líder del PP ocupaba ese espacio. Varios dirigentes recordaban cómo en 2018 Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal estuvieron al mismo tiempo, exactamente igual que habría ocurrido este martes con Robles y Bolaños. El presidente madrileño era entonces Ángel Garrido.
El verso suelto, en este caso, ha sido el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán. No solo ha evitado respaldar a su partido, sino que ha llegado a defender que en las fiestas regionales “quien es fundamental es el Gobierno y sus instituciones”. “Si un ministro se empeña en ir, tampoco hay que ponerle demasiados problemas”, se limitó a decir.
La explicación formal es que el ministro acudió al Dos de Mayo en sustitución de Isabel Rodríguez. La Comunidad se había quejado días atrás insistiendo en que no se trataba de una invitación “delegable”, a diferencia de lo que ocurre cuando el invitado es el presidente del Gobierno, que sí tiene la opción de dejarlo en manos de otro ministro si no puede estar presente. Eso fue lo que ocurrió el año pasado y por ese motivo acudió Bolaños en su lugar. “La ministra portavoz puede delegar en alguien de rango inferior, pero no superior, como es el caso con Bolaños”, insistían algunas fuentes populares.
Pero en esta ocasión, reiteran en Madrid, “forzó torticeramente ir al acto”. En Sol afirman que “lo único que quería era salir en la foto y doblegar al Gobierno autonómico”. Mientras fuentes del Gobierno ponen en cuestión qué habría ocurrido si “una deslealtad” de este tipo se hubiera producido en otra comunidad autónoma, los populares afirman “que tampoco Bolaños habría actuado así en otro territorio”. “Nunca habría forzado entrar en un acto de esta manera en otra comunidad. Lo hace porque es Madrid”, zanjan.
Ayuso busca dimensión nacional
La realidad es que, de nuevo, la Comunidad acapara todos los focos posibles de tensión a poco más de una semana del inicio de la campaña del 28-M. Ayuso no dijo absolutamente nada sobre el conflicto protocolario, pero no hizo falta. Desde la dirección del PP regional se encargaron de dejar claro que Bolaños es persona non grata en la Comunidad.
Con la polémica, la presidenta dejó fuera del foco a los candidatos de otros partidos a la presidencia del Gobierno autonómico y puso otra vez ‘dirección Moncloa’ para dar una dimensión nacional a sus mensajes y polarizar el debate, como ya ocurrió en 2021.
La movilización sigue siendo clave en estas elecciones autonómicas en las que Ayuso necesita tener a su electorado activado: a los que en su día votaron a Vox les intenta hace ver que no le hace falta un socio que supervise su oposición a Sánchez. Prueba de su estrategia fue el malestar que hicieron notar los dirigentes del partido ultra, Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros. Por otro lado, a los que le prestaron el voto en territorios socialistas les intenta demostrar que ella defiende lo suyo, también Madrid, por encima de cualquier ministro.
Enlace de origen : El Dos de Mayo recrudece el choque Ayuso-Gobierno: “Nadie más en el PP llegaría tan lejos”