El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha demostrado una vez más que la UE sigue siendo una comunidad basada en el Estado de Derecho. Por quinta vez, ha rechazado los intentos del Consejo de la UE y de la Comisión Europea —que son responsables conjuntamente de las relaciones comerciales de la UE— de ampliar las disposiciones de los acuerdos agrícolas y pesqueros entre la UE y Marruecos al territorio del Sáhara Occidental.
Las dos sentencias a favor del Polisario, como representante del pueblo del Sáhara Occidental, tendrán implicaciones de gran alcance para las relaciones de la UE con Marruecos, y determinarán su participación en el conflicto más amplio entre Marruecos y el Polisario.
La Justicia de la UE anula los acuerdos con Marruecos que incluyen el Sáhara Occidental
Nacho Alarcón. Bruselas
Como consecuencia de la sentencia del Tribunal, los pescadores de la UE ya no podrán faenar en aguas del Sáhara Occidental con permisos marroquíes, mientras que las exportaciones agrícolas marroquíes procedentes del territorio quedarán excluidas de los aranceles preferenciales de la UE. Los importadores y operadores pesqueros de la UE que hagan caso omiso de estas sentencias se encontrarán en una peligrosa posición legal, fuera del marco regulador de la UE. El abogado del Polisario ya ha advertido de su determinación de hacer cumplir la legislación de la UE a las empresas díscolas.
El efecto mariposa de la sentencia
En términos más generales, las sentencias han reafirmado la incipiente política de diferenciación de la UE, por la que está legalmente obligada a excluir el territorio del Sahara Occidental de sus acuerdos con Marruecos. Esto se basa en dos aspectos fundamentales. La primera es el estatus del Sáhara Occidental como territorio “separado y distinto” de Marruecos (y el deber concomitante de la UE de no reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio). La segunda es la necesidad de obtener el consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental cuando se celebren acuerdos relacionados con su territorio. El efecto de estos dos requisitos legales irá más allá de las exportaciones agrícolas y el acceso a la pesca, de forma similar al desarrollo de las medidas de la UE para excluir el territorio palestino de sus relaciones con Israel.
Esto no es ni mucho menos una casualidad. En 2018, el TJUE dictaminó que el acuerdo de aviación de la UE con Marruecos no cubría el Sáhara Occidental, dejando a las compañías aéreas de la UE (que siguen operando vuelos al territorio) en un vacío normativo. Incluso la Comisión Europea parece estar entendiendo la indirecta. El año pasado excluyó al territorio de una propuesta de acuerdo Interbus (que regula el tráfico de autocares) con Marruecos. Con el tiempo, esta política de diferenciación afectará inexorablemente a otros aspectos de las relaciones de la UE con Marruecos, desde los programas de financiación hasta los proyectos de investigación y desarrollo. Además, la decisión del Tribunal puede influir en el resultado de una impugnación distinta, pero similar, de la sociedad civil contra el nuevo acuerdo de asociación post-Brexit del Reino Unido con Marruecos.
Este “efecto mariposa” legal supone un reto importante para Marruecos. Su postura de línea dura respecto a la inclusión del Sáhara Occidental en sus acuerdos bilaterales está motivada en parte por intereses financieros: Las empresas marroquíes, muchas de las cuales están supuestamente vinculadas al rey y sus asociados, se han beneficiado del Sáhara Occidental y de su inclusión en las relaciones comerciales con la UE. Pero también hay una gran dosis de ideología, ya que esto proporciona un medio para legitimar la ocupación marroquí del territorio.
Los pesqueros españoles en aguas del Sáhara tienen los días contados (entre dos meses y un año)
Ignacio Cembrero
Pero las posiciones marroquíes entrarán cada vez más en conflicto con las limitaciones legales de la UE impuestas por el TJUE. Con las manos de Bruselas atadas por el Tribunal, Rabat tendrá que aceptar las condiciones de la UE o arriesgarse a perder el acceso a los acuerdos nuevos y existentes. En el caso del acuerdo Interbus de la UE, el gobierno marroquí pudo anteponer la ideología sin perder demasiado. Pero esos costes podrían aumentar rápidamente cuando se pongan en juego los acuerdos de financiación y cooperación de la UE.
Un ganador: el Frente Polisario
La derrota de Marruecos es, por supuesto, una victoria para el Polisario. Los continuos esfuerzos de la Comisión y el Consejo por suprimir la autodeterminación saharaui han tenido un impacto negativo en las perspectivas de resolución del conflicto del Sáhara Occidental, al amplificar la dinámica de poder negativa que llevó al fracaso de los intentos de paz anteriores. Las sentencias de esta semana pueden empezar a revertir esta situación.
El Tribunal también ha reforzado la posición internacional del Polisario, al reafirmar su estatus como representante legal internacional del territorio del Sáhara Occidental y de su pueblo, algo que Marruecos, la Comisión y el Consejo han defendido enérgicamente. Tal y como subrayó el Tribunal, la autoridad del Polisario se limita no sólo a su participación en el estancado proceso de paz liderado por la ONU, sino también a la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Esto ha proporcionado al Polisario un importante impulso tras la proclamación, el año pasado, de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental por parte del presidente estadounidense Donald Trump. (Una declaración que por cierto ha resultado irrelevante para las deliberaciones del Tribunal).
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P. Gabilondo
La UE ha subordinado su política sobre el Sáhara Occidental (y la autodeterminación saharaui) a su deseo de desarrollar y mantener estrechas relaciones bilaterales con Marruecos. Esto se puso de manifiesto en la declaración conjunta emitida por el Servicio Europeo de Acción Exterior en nombre del alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Bourita, sólo unos minutos después de la sentencia del Tribunal, en la que se comprometía a reforzar la cooperación en “un clima de serenidad”. Este esfuerzo por apaciguar a Rabat refleja lo dependiente que se siente la UE de Marruecos con respecto a sus principales intereses, a saber, la cooperación antiterrorista, el control de la migración y el tránsito de gas desde Argelia. A su vez, el gobierno marroquí ha aprovechado de buen grado estos intereses para disuadir a la UE y a sus Estados miembros de adoptar posturas que se consideren excesivamente favorables al Polisario o que socaven las reivindicaciones marroquíes sobre el territorio.
Pero al contemplar la cuestión del Sáhara Occidental exclusivamente a través de la lente de sus relaciones con Marruecos, el Consejo se encuentra ahora atrapado entre sus deseos políticos y sus obligaciones legales, sin una salida realista. Como indicó el Tribunal, la única base legal para las relaciones de la UE con el Sáhara Occidental es obtener el consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental, representado por el Polisario. Aunque es jurídicamente sencillo, los funcionarios de la UE y de los Estados miembros han descartado continuamente esta posibilidad, dado el profundo enfado que esto provocaría en Rabat. A pesar de haberse quedado sin argumentos legales, el Consejo todavía puede apelar las sentencias, a instancias de Francia y España que (junto con una organización agrícola marroquí) se unieron a los procedimientos legales para defender los acuerdos pasados. A lo sumo, esto les hará ganar un año de prórroga antes de tener que enfrentarse de nuevo a la lógica ineludible de las leyes de la UE, y a la consiguiente ira marroquí.
Cómo puede responder la UE
En lugar de seguir trabajando de la mano de Marruecos para retrasar lo inevitable, el Consejo haría bien en enfrentarse a la realidad, por más que ésta sea dolorosa. Después de haber apoyado repetidamente a Rabat en público, a expensas del compromiso de la UE con el derecho internacional, el Consejo debe ahora cambiar de estrategia. Sin duda, esto supondrá el riesgo de una nueva crisis.Pero debería confiar en la probada capacidad de la UE para mantenerse relativamente unida y resistir los esfuerzos de Marruecos por instrumentalizar la migración, como hizo en mayo cuando animó a miles de inmigrantes a entrar en Ceuta. Aunque la UE tiene un claro interés en mantener unas relaciones estrechas, no debe aceptar el continuo “chantaje” marroquí.
Por encima de todo, el Consejo debería apreciar los beneficios políticos que pueden derivarse de la correcta aplicación de las leyes de la UE. Más allá de defender la integridad del ordenamiento jurídico de la Unión, el Tribunal ha proporcionado un medio para reequilibrar las relaciones con Marruecos, y ha dado al Consejo una coartada perfecta: no tiene más remedio que respetar las decisiones judiciales. Al ser la parte más fuerte, la UE tiene mucho menos que perder si se interrumpen las relaciones a largo plazo, especialmente en un momento en el que la situación socioeconómica del reino sigue siendo frágil.
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Como vuelve a revelar el último episodio, un conflicto no resuelto en el Sáhara Occidental seguirá afectando a los intereses europeos, en particular a la cooperación bilateral con Marruecos. Ignorar el elefante en la habitación ya no es una opción. Como ha dejado claro el Tribunal, no se pueden separar las relaciones de la UE con el Sáhara Occidental y Marruecos del conflicto en general. Por lo tanto, la UE está interesada en resolverlo.
En lugar de intentar una vez más suprimir la autodeterminación saharaui e impugnar las sentencias del TJUE, el Consejo debería aprovechar el esperado nombramiento del veterano diplomático de la UE Staffan de Mistura como nuevo enviado de las Naciones Unidas al Sáhara Occidental para relanzar un proceso de paz creíble dirigido por la ONU. Por el camino, la UE puede descubrir que la sentencia de esta semana —que combina los poderes normativos y comerciales de la UE— le da fuerza para empujar e impulsar a las partes hacia un futuro acuerdo basado en el concepto de libre asociación (una solución señalada por el Tribunal). De este modo, se lograría la autodeterminación saharaui mediante el reparto de poder con Marruecos, de acuerdo con el derecho internacional, y se proporcionaría por fin una base jurídica y política sólida para el comercio con el Sáhara Occidental.
*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Hugh Lovatt y titulado ‘Western Sahara, Morocco, and the EU: How good law makes good politics’
source El ‘efecto mariposa’ de la sentencia sobre el Sáhara Occidental