El fiscal pide hasta 17 años de prisión para los hombres del caso Pelicot: “Fue mi cuerpo el que violó, no mi cerebro”

“La sola presencia del marido, para él, ya fue un hecho de consentimiento y, por tanto, niega que haya violación”, ha cuestionado el fiscal, Jean-François Mayet, antes de anunciar la pena de 13 años de prisión por violación agravada para Adrien L., uno de los agresores más jóvenes de Gisèle Pelicot.

El box de los acusados vuelve a estar lleno estos días. Desde hacía semanas solo acudían a las audiencias los procesados que estaban implicados en la sesión. Sin embargo, desde el lunes, la Sala Voltaire del Tribunal de Aviñón acoge a los 51 hombres que durante 10 años violaron a Gisèle Pelicot mientras se encontraba drogada e inconsciente y siguiendo siempre las órdenes de Dominique Pelicot, marido y también agresor de Gisèle.

Entre 4 y 17 años

Este martes, por segundo día, la fiscalía ha continuado con la lectura de las penas que solicita para los imputados. Las peticiones van desde los 4 años para el único acusado de agresión sexual (concepto que en Francia tipifica los ataques sin penetración) hasta la horquilla de entre 10 y 17 para el resto de hombres acusados de violación agravada (agresión con penetración). La excepción es Dominique, al que la fiscalía pide la máxima pena que recoge el código penal francés para estos casos: 20 años. 

El fiscal se levanta de su asiento y acerca su rostro al micrófono. Carraspea y empieza: “Señor Christian L”. El hombre, que permanece distraído observando la sala, se tensa de golpe. Hace gestos con la boca, como si de un tic nervioso se tratara, mientras que el fiscal detalla todos los archivos encontrados en su ordenador, en su mayoría vídeos e imágenes de pederastia. Christian asiente con la cabeza cuando el fiscal recuerda las declaraciones que realizó ante la policía y el tribunal: “He cometido una violación, pero fue mi cuerpo, no mi cerebro”, aunque rechaza los hechos por los que le acusa el fiscal. 

Imágenes pedófilas

“Él insiste en que fue drogado por Dominique Pelicot”, y su mujer, que lo describe como un buen hombre, lo apoya. La fiscalía pide para Christian L. 14 años por violación agravada. Inmediatamente, el acusado mira a su colega del banquillo y ambos asienten con la cabeza, algo así como un “te lo dije”. Se ríe, murmura y bebe agua. Comenta con sus compañeros del box y entonces, tras un minuto, empieza a negar con la cabeza. Cruza miradas con la prensa y levanta las cejas en un gesto de sorpresa. Parece el único sorprendido en la sala. 

La fiscal Laure Chabau toma el relevo de su colega, y continúa con Thierry P., mientras Christian no para de negar con la cabeza. Thierry, por el contrario, ni siquiera parpadea. Con la mirada fija al frente, se mantiene inerte. Ni el más mínimo gesto de atender a la fiscalía. Su rostro no cambia demasiado al escuchar la petición de pena: 14 años de prisión y 10 años de prohibición de llevar a cabo cualquier actividad profesional relacionada con menores. La policía también halló cientos de archivos pedófilos en su ordenador y teléfono.

La fatiga de Gisèle

No serán las penas más altas anunciadas esta jornada. Los representantes del ministerio público han solicitado 16 años de prisión para Fabien S. y han insistido en su perfil: un hombre con “intolerancia a la autoridad” y con una “peligrosidad media-alta”. Precisamente, este mismo acusado es el que observa, desafiante, durante las audiencias a las periodistas que se sientan a tan solo unos metros de él. No es el único que se acerca a la pena máxima. Los fiscales también han solicitado 15 años de prisión para Joan K., Vincent C. y el fugado Ouamou H.

Desde su asiento, Gisèle escucha atentamente. Esta vez no está acompañada de sus hijos, pero comenta con sus abogados la petición de penas. Sus ojos muestran lo que su silencio calla. “Está muy fatigada”, insiste su abogado. 

Ola violeta

El juicio de Mazan entra en su recta final pero no hay día que no se formen largas colas desde primera hora a las puertas del Tribunal de Aviñón para acceder a la sala B y seguir las audiencias.

Una ola violeta inunda el ‘hall’ del tribunal y se hace notar cada vez que entra y sale Gisèle Pelicot del edificio. “Bravo, Gisèle”, “estamos contigo”. Gisèle parece más relajada. Desde el lunes ha dejado de oír a sus violadores para escuchar a la fiscalía solicitar penas de cárcel que no bajan de los 10 años. 

Esta semana, por primera vez, la vergüenza sí ha cambiado de bando. La presión de las mujeres que se manifestaban frente al tribunal el lunes –25N, día internacional contra las violencias machistas– ha obligado a los acusados a salir por la puerta de atrás. Mientras tanto, Gisèle lo hizo por la entrada principal entre aplausos y ramos de flores.

Nuevas medidas

Su caso ha removido conciencias en una Francia en la que parecía que el #MeToo no conseguía calar, a pesar de los innumerables casos de violencia machista en el cine, la política, el periodismo o el espacio público. Solo el acoso sexual a las mujeres en el transporte público ha crecido un 15% en el último año en Francia. 

Desde que empezó el proceso Pelicot, el primer ministro, Michel Barnier, se ha pronunciado por primera vez al respecto, elogiando la “increíble valentía” de Gisèle, y anunciando nuevas medidas a partir de 2025 para proteger a las mujeres en el país. 

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