El Girona dispara la ambición tras conquistar Sevilla

La ha quedado al Girona una recta final de temporada tan mágica como impensable, feliz y cargada de ilusión. Quedan seis jornada y esto de la permanencia, con los triunfos seguidos contra el Madrid y el Sevilla, ya es un trámite finiquitado, a 13 puntos de distancia cuando solo faltan 18 por disputarse.

Y con los deberes hechos, independientemente de si es mejor, cuando todavía eres tan tierno, ir a Europa, resulta que las plazas de la competición internacional están a solo tres puntos, y tampoco es cuestión de hacerle ascos. El equipo de Míchel se ha plantado en el momento decisivo del campeonato armado de argumentos, convencido de lo que hace, rendido a su entrenador. Y con estas prestaciones, mirando arriba sin complejos, puede pasar de todo con la tranquilidad de que los nervios por mantener la categoría serán para otros.

Una acción de estrategia a la salida de un córner servido por Riquelme ha puedo el duelo de cara a mediados de la primera parte. Parecía que la pelota, al segundo palo, se escapaba sin que nadie la rematara y de golpe ha aparecido Juanpe con un salto estratosférico para ganarle la partida a Acuña y al portero Dmitrovic. De primeras, ha enviado el esférico al fondo de la portería, en una acción incontestable.

Era la primera llegada clara de los de Míchel, que hasta entonces, habían podido controlar a un Sevilla que jugaba a rachas. El objetivo, a partir del 0-1, era tratar de llegar al descanso sin dañar, con el marcador a favor. Y gracias a Gazzaniga, que ha abortado dos acciones de Bryan Gil, se ha logrado. Hacer el segundo ya habría sido demasiado: en la última jugada del primer tiempo Riquelme ha enviado un disparo desde la frontal por encima del larguero por poco.

Por lógica, en la reanudación, el Sevilla debía salir a por todas. Porque jugaba en casa, en un Sánchez Pizjuán lleno hasta la bandera, con energía renovada desde que Mendilibar se hizo cargo hace algunas jornadas. Empujaba la grada y lo protestaba todo. Montiel dio el primer aviso. El Girona debía resistir, con la esperanza de que el paso de los minutos enfriara los ánimos locales, sobre todo si el gol del empate no llegaba.

Y así estaban las cosas y lo que ha llegado ha sido el 0-2, obra de Castellanos. Riquelme había comandado una jugada de ataque de los gerundenses y su disparo se estrelló en el larguero. Entre Miguel y Tsyhankov aprovecharon el rechace, hicieron llegar el balón al argentino y éste no perdonó. Cómo se ha revalorizado este hombre, en seis días.

Lo que ha venido a continuación han sido unos minutos de monólogo del Girona, que silenciado el Pizjuán, se ha despeinado y se ha gustado. En particular Roro Riquelme, un puñal por el ataque de los gerundenses, motivado, solidario y entregado a la causa.

Sí, a partir del último cuarto, con Mendilibar quemando los últimos cartuchos ya con Rakitic y Rafa Mir en el césped, los locales han vuelto a presionar, pero el Girona ha sabido controlar bien el peligro, sobre todo porque los locales allí ponían más corazón que ninguno. De hecho la ocasión más clara de los locales ha sido un remate fortuito de Oriol Romeu, dicho sea, de paso, de nuevo magistral, que Gazzaniga ha resuelto con acierto.

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