El partido Colorado volvió a hacer valer sin sobresaltos, casi como un trámite administrativo, su poderío territorial y político en Paraguay. De acuerdo con la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), al escrutarse el 96% de las mesas electorales, su candidato a presidente, Santiago Peña, confirmó lo esperado: se impuso con el 43% de los votos. Efraín Alegre, el abanderado de una amplia alianza de centro izquierda que levantaba la consigna del cambio, llegó al 27.70%. El populista de derechas Paraguayo Cubas alcanzó el tercer lugar con el 21.62% de las adhesiones. El voto conservador en sus diferentes opciones representó a casi el 65% de los hombres y mujeres que acudieron a las urnas en un país en el que solo se lleva a cabo una sola vuelta.
“Felicitaciones al pueblo paraguayo por su gran participación en esta jornada electoral y al presidente electo Santi Peña. Trabajaremos para iniciar una transición ordenada y transparente, que fortalezca a nuestras instituciones y a la democracia del país”, dijo el actual jefe de Estado, Mario Abdo Benítez, hijo del secretario privado del dictador Alfredo Stroessner.
Peña había sido ministro de Hacienda del Gobierno de Horacio Cartés (2013- 2018), a quien el departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó en enero pasado por considerarlo responsable de la “corrupción rampante que socava las instituciones democráticas” paraguayas, así como de tener vínculos con Hezbolá. Cartés es además sospechado de tener relaciones con el crimen organizado, especialmente el narcotráfico. Esos antecedentes no parecen haber tenido ninguna influencia en los comicios de este domingo.
El vencedor, de 44 años, fue también del Banco Central y representó a su país en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ganó invocando la defensa de una doble tradición: la política y, también, la familiar, puesta en jaque por los discursos modernizadores que también espantan a la iglesia católica. Paraguay es una suerte de anomalía regional, el país donde menos espacio han tenido las discusiones sobre la paridad, el aborto, el matrimonio igualitario, la educación sexual en escuelas y el combate contra la violencia de género.
La contienda estuvo marcada por acusaciones cruzadas de ilegalidades. No faltaron grescas menores entre simpatizantes de uno y otro candidato. El ganador de las elecciones asumirá el próximo 15 de agosto con la certeza de que todo queda finalmente en “familia”, la cofradía colorada que, a pesar de contar con dirigentes encontrados, a la hora de las definiciones se abroqueló detrás de “Santi”, como le dicen al ganador de los comicios. La Asociación Nacional Republicana (ANR), el nombre oficial de ese partido, es una institución imperturbable al paso del tiempo en Paraguay. Ha gobernado 70 años, la mitad de ellos bajo un sangriento régimen, el de Stroessner, de manera ininterrumpida, salvo un paréntesis de cuatro años, la administración del el exobispo devenido presidente, Fernando Lugo, que comenzó en 2008 y concluyó en 2012 con un golpe parlamentario.
Expectativas fallidas
“Hoy vamos a hacer historia en el Paraguay”, había dicho Alegre, antes del cierre del colegio electoral. Cantó victoria sobre la base de informaciones parciales. El entusiasmo del candidato de la Concertación para un Nuevo Paraguay, y a la vez dirigente del centenario Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) se mostró infundado a medida que pasaron las horas. “Hay bases fundamentales para empezar a comunicar a la ciudadanía que ‘vamos a estar mejor’”, dijo el oficialismo, a través de su apoderado, Wildo Almirón. “El pueblo ya sabe quién ganó, solo nos hace falta confirmar”, dijo horas más tarde. El escrutinio terminó de validar ese mensaje.
Además de presidente y vicepresidente, los paraguayos eligieron mediante el voto electrónico a 45 senadores titulares y 30 suplentes; 80 diputados titulares y 80 suplentes; 17 gobernadores, y 257 miembros titulares y otros 257 miembros suplentes para juntas departamentales.
La economía paraguaya se sustenta en las exportaciones de soja y carne vacuna. La matriz del crecimiento tiene como su cara oculta una constante deforestación. El año pasado, el PIB tuvo un retroceso de 0,3%. Este año subirá 4,8%. Sobre la base de esas proyecciones, el ganador de las elecciones prometió poner “más plata en los bolsillos de los paraguayos”.
Más de lo mismo
El triunfo de un partido fusionado con el mismo Estado no sorprendió a nadie. “En estos últimos diez años de Gobierno colorado la población paraguaya ha debido aprender a convivir con dos facciones de un mismo partido –el abdismo y el cartismo– viéndolos acusarse mutuamente de crímenes y de latrocinios con nombre y sin fin. Ante la inminencia de juicios políticos o de la mismísima cárcel, ambas corrientes coloradas se han abrazado para salvarse, para posteriormente volver a acusarse nuevamente de los mismos hechos punibles en un rulo temporal sin fin. Hemos asistido a develaciones mutuas de delincuencias y delincuentes”, señaló el diario ABC de Asunción en su editorial del domingo, anticipándose al veredicto de las urnas. “Los hemos visto y oído denunciarse mediáticamente por crímenes que son pasibles de cárcel y han llegado al colmo de realizar denuncias ante el mismo Poder Judicial o la Fiscalía. Sin embargo, esas mismas facciones se abrazan como el borracho al poste, para prometer a la República del Paraguay que pueden entregar un mejor país que aquel en el que nos han forzado a vivir en los últimos años. Difícil de creer“.
Enlace de origen : Elecciones en Paraguay: el partido Colorado retiene el poder de la mano de Santiago Peña