«En agresiones sexuales y traumas, no solo sirve la ayuda mental, sino también el ejercicio terapéutico»

La viguesa Miryam Álvarez Sáez se aventuró a abrir en el 2004 uno de los primeros centros de fisioterapia en toda Galicia con una unidad de suelo pélvico, la Clínica Maio, donde, desde su inicio, acoge tanto a mujeres como a hombres y pacientes pediátricos. Es más, «el único lugar de España donde esta disciplina estaba integrada era el Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo», recuerda para FARO. Tiempo después, se fue incluyendo en otros edificios hospitalarios.

Tras varios años en Madrid y diversas formaciones por todo el país, estuvo a punto de emigrar a la propia capital, a Francia o incluso a Estados Unidos para sentirse comprendida y valorada en una rama que todavía estaba muy verde hace dos décadas, especialmente en el área fisioterapéutica. Sin embargo, como «mujer luchadora» que se considera, perseveró hasta erigirse actualmente en una referente mundial en neuropatías y en investigación y aplicación de gimnasia hipopresiva. Una de las claves de su éxito radica en la enseñanza que ella misma ha instruido a múltiples profesionales sanitarios desde su irrupción en este ámbito.

«Mi especialidad consiste en realizar un trabajo sobre el cerebro», abunda la también enfermera y fisiosexóloga, que suma, entre sus experiencias más enriquecedoras, el haber compartido 12 años de oficio al lado de Marcel Caufriez, «el padre de la uroginecología en Europa».

Antes de entrar en detalle, Álvarez Sáez recuerda la importancia de la prevención, también con respecto a la pelviperineología.

-¿Qué desconoce la sociedad de la fisioterapia del suelo pélvico?

-La fisioterapia del suelo pélvico engloba muchas cosas, lo que pasa es que hoy en día se tiene la idea de que solo sirve para embarazadas y para el posparto para evitar o tratar un prolapso. Va más allá. Yo, por ejemplo, soy especialista mundial de neuralgias del pudendo, una patología debido a la cual hace 20 años la gente se suicidaba. Además, realizo activaciones neurohormonales -cerebro-cuerpo- para reequilibrar a mujeres con menopausia a las que de repente les viene una regla. Igualmente, trato a personas con la vejiga trasplantada o con la vejiga hiperactiva y a niños con alteraciones genéticas que afectan a este órgano. A gente con cáncer colorrectal, si el caso lo permite, le podemos llegar a hacer un esfínter funcional que evite que lleve una bolsa de colostomía durante años. Ayudo, asimismo, a pacientes con esclerosis múltiple; e incluso llevo casos de hombres con enfermedades tipo diabetes y/o cardíacas que desencadenan problemas vasculares para la erección: en este caso, el trabajo de suelo pélvico mejora su calidad sexual. 

-¿El trabajo del suelo pélvico juega igualmente un papel importante ante problemas que, de costumbre, se tratan solo con terapias de salud mental?

-Claro, porque para equilibrar un cerebro hay que darle movimiento. Para mí, no existen técnicas emocionales sin técnicas corporales, las dos van juntas. He impartido clases de ejercicios dirigidos a mujeres mastectomizadas con el objetivo de recuperar su apetito sexual, y ahí me di cuenta de que los necesitamos todas, porque llega una edad en la que tampoco tienes muchas ganas, sobre todo después de tener hijos. Esto se evidencia también en jóvenes que han sido agredidas sexualmente y que sufren un trauma con respecto a las relaciones sexuales. Pues estas chicas pueden haber hecho miles de sesiones de psiquiatría, pero el cuerpo sigue teniendo estrés porque hay muchos elementos que este tiene que aprender. Yo lo que hago es darle al cuerpo una liberación a través del movimiento: manejo la hipoxia y la hipercapnia como grandes formas de activar el tronco cerebral.

-Varias deportistas ya confían en los beneficios de trabajar el suelo pélvico. ¿Qué les aporta?

-Justo he acabado de desarrollar un estudio con unas atletas de CrossFit en Madrid elaborado con la Universidad Europea de Madrid (UEM) y la Politécnica. Hemos analizado cómo la implementación de una variedad de ejercicios de contracción en el suelo pélvico ayuda a mejorar el rendimiento en este deporte, además de prevenir lesiones.

-¿Cuánto ha evolucionado su especialidad en estos más de 20 años?

-Hay que tener en cuenta que el primer máster de suelo pélvico en España no se comenzó a impartir hasta el 2006. Antes de abrir mi clínica, en el 2004, estuve a punto de irme a Madrid, a Francia o a Estados Unidos. No tenía mucho sentido quedarme aquí porque en Galicia no había nada prácticamente relacionado con el suelo pélvico. Pero yo soy una mujer luchadora. Entonces, poco a poco, fui ofreciendo charlas a médicos y demás profesionales sanitarios, y ya empezaron a entender la importancia de mi trabajo, como sucede igualmente con los entrenadores de gimnasio.

-¿Goza de la misma reputación que cualquier otro profesional de la salud?

-Para ello, falta, entre otras cosas, una ley que nos ampare. Por ejemplo, para hacer una valoración de suelo pélvico, el paciente a mí me tiene que firmar un consentimiento conforme voy a tocarle. Sin embargo, como enfermera, nadie me tiene que dar un escrito para pinchar a una persona, meterle los dedos en la vagina o tirarle de la boca. Solo las enfermeras y los médicos tienen el permiso legal intracavitario.

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