Estos son los sectores que mejor y peor aguantan los altos precios energéticos

Desde el sector de la aviación hasta el del reparto a domicilio o la industria farmacéutica. Los altos precios energéticos en Europa han impactado a la mayoría de los sectores productivos, aunque no de la misma manera.

Durante 2021, los precios energéticos europeos se mantuvieron volátiles y llegaron incluso a cuadruplicarse en el caso de la electricidad. Los del gas y el petróleo siguieron sendas similares, triplicándose y casi doblando los precios alcanzados en el año inmediatamente anterior. Y este 2022, se espera que sigan altos, tal y como recoge en un informe el equipo de análisis económico y financiero de ING.

Son muchas las maneras por las que los altos precios energéticos pueden impactar a las compañías. ¿La primera de ellas? A través de un incremento de sus costes de producción (efectos de primera ronda). ¿La segunda? En caso de que se mantengan los altos precios, la empresa puede decidir reducir su producción, lo que a su vez impactaría a la cadena de suministro -causando escasez de ciertos bienes-; o bien podría optar por trasladarlos al bolsillo del consumidor (efectos de segunda ronda).

Carlos Rodríguez

Precisamente, según su margen de beneficios y resiliencia, las firmas surfean mejor o peor la ola de precios. Además, no todos los sectores están igual de expuestos a esta volatidad. Por ejemplo, en el sector sanitario, mayorista y del ‘retail’, los precios de los insumos y los márgenes de beneficio se han mantenido estables, indica el equipo de ING Research a partir de los datos de Eurostat. Así, aunque son vulnerables a los efectos de segunda ronda, los datos revelan que el impacto es marginal.

Sin embargo, para otras industrias como la del automóvil, cemento o viajes, los altos precios energéticos implican una reducción de sus márgenes de beneficio. ¿El motivo? No pueden aumentar más los precios sin ver sus ventas afectadas, ya que tienen que tener en cuenta hasta dónde puede y está dispuesto a pagar su cliente.

En ese sentido, se ven afectadas no solo aquellas compañías con un consumo directo de petróleo, gas o electricidad, sino también otras como las vinculadas al sector de la alimentación y las bebidas. Si los agricultores tienen que aumentar los precios por el incremento de los costes energéticos, la industria se enfrenta a su vez a esas subidas. E igual ocurre con las agencias de viaje: ofrecen billetes de medios de transporte que encarecen sus precios por las subidas de los carburantes. ¿El resultado? Los incrementos se van trasladando a lo largo de la cadena de valor.

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