Italianos, el populismo antisistema ha muerto: esquela electoral del Movimiento 5 Estrellas

Las elecciones municipales que ayer concluyeron en Italia dejan tres grandes titulares: el populismo se desvanece, la extrema derecha se desinfla y la izquierda renace. En política, nada es definitivo, en Italia menos aún que en otras partes, pero las urnas han marcado unas tendencias que hace dos años, justo antes de que comenzara la pandemia del covid, ningún analista hubiera predicho. ¿Quién se hubiera atrevido a decir hace un año que Roma tendría hoy un alcalde del Partido Democrático con un 60% de los votos?

La izquierda del PD se ha hecho con el poder finalmente ayer en las alcaldías de Roma y Turín, las dos grandes ciudades que quedaban en disputa. Antes, en la primera vuelta celebrada hace 15 días, ya había vencido holgadamente en Milán, Nápoles y Bolonia. A la derecha, que se ha dado un batacazo que no auguraban sus líderes crecidos a golpes de encuestas, le queda solo presumir de la ajustada victoria en Trieste. No porque sea una urbe especialmente reseñable en el ámbito nacional, sino porque allí justamente ahora, entre los operarios del importante puerto, se están produciendo los enfrentamientos más duros entre manifestantes y fuerzas de seguridad por el rechazo de los primeros a la obligación del ‘Green Pass’ para poder trabajar. Si la línea anti medidas preventivas por el covid, que tiene dividida a la derecha, es la que va a marcar la estrategia las próximas semanas, en Trieste, por solo tres puntos porcentuales, sus seguidores han tomado aire. Si se ve lo ocurrido en el resto de las grandes ciudades, no parece que la línea que aboga por libertad frente a prevención, entre otras cosas, esté teniendo éxito entre los ciudadanos. Más bien, el bofetón electoral ha sido sonoro.

Javier Brandoli. Roma

¿El populismo italiano ha muerto?

Hace algo más de cinco años, los medios de comunicación de Italia e internacionales abrían sus noticieros con la sorprendente victoria del Movimiento 5 Estrellas (M5S) en Roma y Turín. Por primera vez en Europa occidental, un partido populista y antisistema llegaba al poder en dos grandes ciudades, incluida la capital del país, arrasando con una ola que cargaba ilusión e indignación a partes iguales. Virginia Raggi, la que ha sido hasta ahora alcaldesa de Roma, se convertía con un 67% de los votos en la primera figura del Movimiento en alcanzar una cota alta de poder.

Aquello fue el preludio de su sonada victoria dos años después en las elecciones generales, en las que por primera vez, otra vez, un partido antisistema alcanzaba el poder en un país del G-7. Sonaron trompetas de algunos y alarmas de otros. El populismo que venía a renovar la democracia, a demoler y regenerar el sistema desde dentro, llegaba a la cima. ¿Y qué ha pasado en estos cinco años de éxtasis o penitencia? Que a tenor de los actuales resultados, la lectura que se puede sacar es que el M5S vivía bien criticando y se ha marchitado rápido decidiendo.

Javier Brandoli. Roma

Tanto Roma como Turín, hace solo cinco años (qué rápido envejecen las revoluciones), marcaron el pistoletazo de salida de lo que debía ser un tsunami en la política italiana. Y lo fue, y muy rápido ha dejado de serlo. El M5S ni siquiera ha disputado la segunda vuelta en ambas ciudades, donde el PD, sin necesidad de aliarse con ellos, ha conseguido una cómoda victoria.

Tampoco les va mejor en clave nacional. Los cambios de dirección —primero gobernaron con la extrema derecha soberanista de Salvini, luego con la izquierda europeísta del Partido Democrático y finalmente se han convertido en el principal valedor del Gobierno tecnócrata del personaje menos antisistema que se puede ser, el economista y expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi— no los ha entendido su electorado.

Eso ha generado además enormes tensiones dentro de sus cuadros dirigentes, entre los que pretendían ser antisistemas ocupando el Gobierno para hacer una demolición y no chapa y pintura y los que entendieron, por ejemplo, que una cosa es ser antivacunas en un mitin y otra serlo teniendo la responsabilidad de enterrar 1.000 personas cada día. Y en ese juego entre utopía y realidad (cada cuál que decida en qué lado estaba cada bando) ha saltado por los aires el Movimiento desde dentro. Se han ido figuras destacadas que no han aceptado la unión con el archienemigo del PD. Se ha acabado con su fetiche de la plataforma Rousseau, desde la que se pretendía que las bases a través de este programa informático votaran todas las decisiones. Y se ha partido el movimiento entre un padre, Beppe Grillo, que a muchos ya no les parece un cómico irreverente sino un señor enfadado que no sabe cómo mantener el poder sobre su criatura, y un líder apreciado, el ex primer ministro Giuseppe Conte, que tiene en contra que es demasiado tranquilo para ser antinada, y al que ha sucedido en el poder un tipo, Draghi, que a los italianos les parece tan tranquilo como él pero mucho más eficiente.

Javier Brandoli. Roma

¿Ha muerto el M5S? El viejo M5S, el que venció en Roma y Turín, sí. Ahora, este nuevo M5S liderado por Conte, que ya no es un movimiento popular sino una formación política, parece depender solo del prestigio de su cabeza de lista. No parece que el M5S vaya a poder ganar hoy unos comicios generales, pero sí que pueda mantenerse en torno al 10 y 15% de los votos para convertirse en indispensable en futuras fórmulas de gobierno. El problema es de definición y practicidad: ¿quién va a querer votar a un antisistema que sostiene el sistema? ¿Para qué malgastar un voto en el M5S y un posible futuro Gobierno con el PD como partido fuerte si se puede votar directamente al PD?

El populismo italiano antisistema, tras estas elecciones, se da por muerto. La pregunta es: ¿hay espacio para un nuevo populismo de sistema?

Batacazo del tándem Salvini y Meloni

La derrota de la derecha, un 5-0 en las grandes ciudades, es posible que traiga consecuencias las próximas semanas. Una pésima campaña electoral y una mala elección de candidatos han acabado con un batacazo en las grandes ciudades que parece complicado de explicar. FdI y Lega encabezan hoy las encuestas de intención de voto en Italia con entre ambos más del 42% y, sin embargo, han sido incapaces de imponerse en urbes como Roma, donde hace un año su victoria se daba por descontada.

“Hay que reconocer que el centro derecha sale derrotado en estas elecciones administrativas. Todos lo sabemos. No podemos arrebatar las grandes ciudades al centro izquierda. Esto requiere una evaluación exhaustiva por nuestra parte, pero hablar de debacle parece exagerado. La debacle es de los M5S. El Partido Demócrata está celebrando sobre los restos de sus aliados”, ha dicho Giorgia Meloni, que de alguna manera intenta debilitar el actual acuerdo M5S y PD recordando que los segundos están fagocitando a los primeros.

Javier Brandoli. Roma

Además, Meloni apunta a la alianza entre su formación, Lega y la liberal Forza Italia (FI): “Queda un tema que nos penaliza: los tres partidos tienen tres posiciones distintas. Cuando una pieza del centro derecha [en referencia a FI y Lega, que están en el Gobierno Draghi, mientras que los de Meloni están en la oposición] gobierna junto con el centro izquierda, es normal que esto dificulte la creación de una alternativa clara y provoque desorientación en el electorado de centro derecha. Fuimos penalizados especialmente en la segunda vuelta”, dice la romana, quien apunta a que la derrota no es por una radicalización del mensaje sino por una moderación de una parte del mismo. “La campaña electoral ha sido transformada por la izquierda en una pelea en el barro, criminalizando al oponente”, ha concluido.

Por su parte, Matteo Salvini, quizá porque su posición al frente del partido empieza a tambalearse algo, ha rebajado el pesimismo, recordando que se han conseguido victorias en algunos municipios antes gobernados por la izquierda, culpando a la prensa del resultado y señalando la alta abstención, nueve puntos por debajo de la primera vuelta, para deslegitimar algo la victoria. “Son elegidos por minorías de minorías”, ha dicho el milanés. En Roma, por ejemplo, la participación ha sido del 40%.

Javier Brandoli. Roma

La realidad es que la derrota es dura para el centro derecha y, como decía Meloni, deja un trabajo por delante de estrategia que girará sobre si la coalición debe ser más centro o más derecha para llegar a 2023 como favorita al triunfo.

¿Renace la izquierda?

La moribunda izquierda del PD ha renacido del golpe y se muestra eufórica tras conseguir las alcaldías de Roma, Milán, Nápoles, Turín y Bolonia, las cinco ciudades más importantes en liza en estos comicios (no había elecciones en todos los municipios de Italia). El liderazgo de Enrico Letta, de nuevo al frente del PD tras la renuncia del anterior secretario general, Nicola Zingaretti, sufre así un necesitado espaldarazo que cohesiona algo una formación partida entre escándalos pasados, transfuguismo y luchas internas. “Ha sido una victoria triunfal, los resultados superaron todas nuestras expectativas. Los votantes de centro izquierda se han asentado, están por delante de todos nosotros”, ha dicho Letta. El político ha calificado las palabras de Salvini deslegitimando el triunfo por la baja participación de “surrealistas”.

Javier Brandoli. Roma

El triunfo en Roma, hasta hace nada inesperado, ha generado especial ilusión en las filas de la izquierda. “No somos más el partido de la Ztl [nomenclatura de tráfico restringido de los barrios céntricos y más acomodados de Roma, donde vence la izquierda tradicionalmente]. Hemos vencido también en la periferia”, ha presumido el líder del PD como ejemplo del complicado panorama político social italiano. En los barrios acomodados vence la izquierda, mientras que en los lugares más pobres y con mayores conflictos sociales está ganando la extrema derecha.

¿Esto significa que el PD se convierte en un candidato claro para las generales de 2023? Ha dado desde luego un sorprendente giro, un cambio de tendencia, pero debe analizarse con prudencia. La pandemia, el efecto Draghi y la descomposición del M5S tienen, según todos los analistas, más que ver en este resultado que una propuesta atractiva de la izquierda italiana, que está lejos aún de ser mayoritaria. De alguna manera, como reconocía a El Confidencial una persona próxima a la cabeza del PD, de puertas para dentro saben que “ha ganado el menos malo”. En Italia, hoy, una cierta euforia solo la genera Draghi. El resto tiene por delante dos años para definirse.

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