La proverbial abstención del PP ha supuesto para el alcalde una nueva baraka, una especie de suerte divina en el juego y en este caso en la política, que ha permitido a Gonzalo Pérez Jácome evitar la siempre desagradable reprobación plenaria que pedía el BNG en forma de moción, por lo que considera la «nefasta gestión económica y el despilfarro» del regidor, al adquirir 15 microbuses, los llamados «busitos», por un coste de 2,7 millones de euros que en su mayoría se averían y están en el garaje.

El grupo municipal del PP, en el pleno de ayer. | Roi Cruz
Cierto es que la abstención del PP salvó nuevamente a un Jácome tranquilo desde el inicio del pleno, pues la pinza de votos del BNG y PSOE para pedir la reprobación del regidor no es suficiente, y menos con un grupo socialista mermado a falta dos concejales ayer, uno de ellos el que fue cabeza de lista y número 1 por el PSOE Alcaldía, Paco González, quien no asiste a los plenos desde hace más de un año, como recordó Jácome, quien le pidió que «al menos le deje el puesto al siguiente edil de su lista».
Pero la temática, pese a los desvíos intencionados y habituales, era otra y el portavoz del BNG Luis Seara dejó claro que la compra sin informe que la avale de los costosos «busitos» y el «desguace» de piezas de uno de ellos para arreglar otros era una causa más que suficiente para reprobar la gestión del regidor. «Fue algo decidido por él y no tiene técnicos a los que culpar esta vez», indicó.
Jácome contraatacó con datos de los buenos registros del servicio de transporte urbano, más de 7 millones de viajeros, dijo, «eso es que no lo estamos haciendo tan mal» y aportó un curioso informe enviado desde la factoría Isuzu que hizo los minibuses: «Son los mejores del mundo y los volvería a comprar», indicó el regidor.
«Canibalizar» buses
Es más, el alcalde, que tachó de «ignorancia» al BNG por criticar su compra, puntualizó que no se estaba «desguazando» si no «canibalizando» uno de estos nuevos busitos, reponer las piezas de otros averiados en tanto no llegan los repuestos.
En la carta a la que dio lectura de la firma Isuzu, la empresa reconoce que tiene un ingeniero que habla todos los días con la empresa operadora y que se está buscando un taller adecuado para llevar el mantenimiento de estos pequeños buses porque no lo hay en Ourense.
«No hay estafa, la compra se hizo con todas las garantías legales y a un precio más bajo. Solo dicen trolas», indicó Jácome, pues se penalizó a Isuzu por el retraso en enviar los minibuses desde Turquía, retraso derivado de la pandemia. Eso supone que se pagó, afirma, «poco más de dos millones de euros por ellos», aseguró.
«Si realmente funcionan bien, ¿por qué anduvo buscando un taller para tratar de deshacerse de los minibuses? », le preguntó Luis Seara. «¿Tiene pruebas ?», contestó Jácome, a lo que el portavoz nacionalista le aseguró que las tiene.
El PP, y en su nombre Pepe Araújo, justificó la abstención en esta moción, en que hace un año su partido había presentado una similar en la que relataba todos los graves problemas técnicos, de seguridad y de accesibilidad de los minibuses «y ustedes votaron en contra», le dijo al BNG.
La «guerra de los busitos» no minó la dialéctica de Jácome, que sabedor de que la moción no prosperaría, aprovechó para dar nuevos giros a la temática principal de que era su reprobación. Cuando la socialista María Fernández le recordó que hubo que pagar 16,6 millones de euros por los atrasos del transporte urbano «por no haber sido capaces de adjudicar el servicio», lo que aumentó los intereses de demora hasta ahora en dos millones de euros, Jácome entró en otro jardín al culpar a todos los partidos y gobiernos locales desde 2015, menos al BNG —al que le cobraría luego el detalle tachándolos durante el pleno de «inútiles» que solo valen para estar en la oposición— y culpó a al PSOE de no haber sido capaz durante su gobierno de renovar la concesión, motivo por el que «tenemos 8 millones más de pérdidas» .
María Fernández le recordó que el entonces alcalde socialista Agustín Fernández, su padre, no podía adjudicar en 2015 esa renovación con un gobierno en minoría. La concejala tuvo que escuchar otras perlas del alcalde que la tachó de «mentirosa» o «cínica» y aseguró que pediría un informe para comprar si en realidad legalmente tenía ese impedimento legal o fue, insinuó, por alguna comisión al PSOE.
Apoyo a escuela A Casiña
Por otra parte, las socialistas consiguieron el apoyo del pleno —con los votos a favor de DO y BNG— para la iniciativa que insta a la Xunta de Galicia a estudiar y adoptar las medidas necesarias para garantizar que se aumente el número de plazas públicas de 0 a 3 años en la ciudad —y se dé una opción de conciliación óptima para las familias que disponían de la escuela infantil A Casiña que Cáritas, la entidad que la gestionaba hace décadas, ha decidido cerrar.
En esa misma moción, que el alcalde calificó de «Frankenstein» por incluir dos temas muy distintos, se acordó también exigir a la Xunta que planifique de manera urgente una planificación razonable y eficaz, en coordinación con todas las partes afectadas, la prestación prestación sanitaria de los servicios del centro de salud Nóvoa Santos de manera provisional que debe ser derribado para ejecutar el nuevo CIS en el mismo solar. Una obra larga y compleja.
«Lo que es una frikada es que el alcalde, en el debate de estos dos temas cruciales para la ciudadanía se ausente del pleno», dijo la portavoz socialista Natalia G. Benéitez.
En esta línea, la portavoz recordó que de las 24 escuelas infantiles, de las cuales solo 7 son de titularidad pública, resultan totalmente insuficientes para la demanda de la ciudad de Ourense y urge aumentar las plazas de 0 a 3 años para garantizar la conciliación de las familias, no solo del barrio de As Lagoas.
El PP se abstuvo al entender que tanto en el tema de las plazas de 0 a 3 años, como en lo relativo al traslado y reparto de consultas durante el derribo del Nóvoa Santos está garantizada la conciliación en el primer caso y la atención sanitaria.
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Enlace de origen : La abstención del PP salva a Jácome de la reprobación por el «despilfarro» de los busitos