Seguramente tenía una espina clavada José María García con la serie que estrenó Movistar Plus+ en 2021 titulada ‘Reyes de la noche’. Allí quedó retratado en clave de parodia y esperpento. Parecía una especie de ‘Torrente’ de las ondas. Cutre. Una especie de síntesis del ‘macarrismo’ de la radiofonía deportiva.
Ahora la misma plataforma (M P+) corrige el tiro y acaba de estrenar la docuserie ‘Supergarcía’. A pesar de la opinión de colegas que le definen como “villano, gran cabrón, dictador”, a pesar de este preámbulo duro, esta serie ha sido construida desde la devoción y no desde la inquina. Por este motivo es el propio García quien la protagoniza. Al margen de la radiografía de su éxito, colosal, indiscutible, quisiera resaltar momentos que mantienen una actualidad muy viva. En los años 70 y 80, García ya le contaba a José María Íñigo, cuando le entrevistaba en TVE: “¡Se compran árbitros y se compran partidos!”. O sea, que quizá lo de Negreira no es más que la puntita de un viejo iceberg oculto.
Las relaciones con las empresas en las que trabajó también dibujan un paisaje meditable. “En la SER me respetaron hasta que Pío Cabanillas llegó a ministro. Eugenio Fontán me dijo: ‘Cabanillas no nos da emisoras, si tu sigues'”. Y no siguió García. Antes, en TVE le pasó algo parecido. “Acabé el día que me metí con un primo de doña Carmen Polo”, y le mostraron la puerta de salida. La empresa en la que fue más feliz fue en Antena 3 Radio. Nos pasaron un anuncio que hacía en aquellos años, para promocionar la cadena. Aparecía un primer plano del trasero de una joven y García nos advertía: “Aquí llamamos las cosas por su nombre. Al pan, pan. A vino, vino. Y al culo, culo”. ¡Ah! Decía Almudena Pérez, que fue su secretaria durante años: “Era un mundo de hombres. Me pasé los dos primeros años vistiendo como un hombre. Era una forma de intentar ser ‘uno’ más”.
Su potencia fue una audiencia impresionante. Su soldada, 2.000 millones de pesetas por temporada. La publicidad fluía con mayor caudal que el río Mississippí. Era más popular, más famoso, más estrella, él, que los futbolistas o ciclistas a los que ponía el micro. El personaje devoró a la persona. Comenzó siendo un estupendo, insólito, y afiladísimo denunciador, y acabó como ‘showman’. Advertían colegas suyos. A pesar de estos apuntes, el documental ‘Supergarcía’ habrá complacido a García. Un genio de la radiofonía.
Enlace de origen : La crítica de Monegal: Butanito, cada noche bomba de la radiofonía