La Real hace el pasillo y se lleva la victoria del Camp Nou, como reza la tradición

Dice la historia que si la Real Sociedad tiene que hacerle el pasillo de campeón al Barça, gana. La tradición se cumplió. Muy a gusto se alinearon los blanquiazules para rendir honores a los azulgranas con la ilusión de que se repitiera la costumbre, y a los cinco minutos habían encarrilado la victoria. Algo que pasa muy de tanto en tanto.

Ganó la Real en la Liga 78-79 cuando el Barça celebraba la Recopa de Europa, y en la 90-91 tras el alirón liguero del Barça de Cruyff; entre medio, se impuso en la campaña 85-86, la excepción sin pasillo. Después de 32 años, de 30 derrotas y un empate, se llevó los puntos de la fiesta azulgrana, que no la aguó, por supuesto.

Ter Stegen, fastidiado

Solo fastidió a Ter Stegen, que quiere cerrar la Liga con el récord de menos goles encajados. Se llevó otros dos añadidos a los del derbi. Evitó que fueran alguno más con sus intervenciones. El otro objetivo, que Lewandowski marcara, se cumplió en el último minuto, demasiado tarde para frustrar el hábito.

El entretenimiento se daba por seguro con la distensión azulgrana y se acentuó con el temprano gol de la Real, que no estaba en las previsiones (solo se habían visto dos en la Liga, uno de Joselu de penalti y otro de Koundé en propia puerta), lo que mantuvo elevado el ritmo de juego. Obligó a espabilar al Barça, negándole la pretensión de recrearse con los cánticos de “campeones, campeones”.

Tuvo que arremangarse el once de Xavi y pelear como si necesitara los puntos. La noche amenazaba peligrosa con una estupenda Real, siempre interesante de ver y que, ella sí, necesitaba los puntos para ir a la Champions. Aún más tras la victoria del Villarreal en Girona.

Frenkie de Jong y Mikel Merino pelean por un balón en el Barça-Real Sociedad del Camp Nou. JORDI COTRINA


Tres puntas con Dembélé

A todo trapo discurrió la primera mitad por la voluntad mutua e, indudablemente, por el signo del marcador. La pelota amenazó por igual a Ter Stegen y a Remiro, con ambos equipos muy verticales tratando de buscar la espalda ajena, ya que las defensas se plantaron lejos de los porteros.

Xavi recuperó los tres puntas con su trío favorito al incrustar a Dembélé como extremo izquierdo, lo que alteró algunos mecanismos del equipo. La mayor profundidad del Barça con dos alas muy abiertas redujo el juego interior pese a que había espacios.

La ausencia de Gavi, sancionado, y el habitante habitual de la posición de Dembélé se notó en la elaboración del juego, aunque más se notó la ausencia de Pedri, exprimido. Igual que Araujo, muy añorado ante la presencia de Sorloth, un gigante de semejantes proporciones. Una carga le bastó que desplazar a Koundé, robarle el balón y crear el gol de Merino. Ante la evidencia de que el francés perdía cada duelo con Sorloth, Xavi y le relevó por Marcos. Lewandowski no tuvo la misma suerte que Sorloth. Le Normand le sacudió de lo lindo, sin castigo alguno. No supo encontrar el delantero sus espacios ni permanecer conectado con sus compañeros.

Con Dembélé y Raphinha, que cambiaron sus posiciones un buen rato, el balón no se detenía en el centro del campo, sino que iba directo a los extremos para que se la jugaran con sus pares. Dembélé levantó “ohs” de admiración con sus fintas y sus regates y, a continuación, encadenaba “ohs” de decepción por no rematar la jugada con la decisión acertada.

Recursos antiguos

Por recuperar recursos empleados esta campaña, Xavi recuperó a Balde para el lateral derecho como en las épocas de crisis de lesionados. Profundizó poco para no centrar con la derecha y porque su espacio lo tapaba Raphinha. Le sucedió lo mismo a Alba con Dembélé, al que no podía doblar.

Constatado que el funcionamiento del equipo empeoraba por la drástica reducción de ocasiones de gol, Xavi introdujo a Ansu Fati y Ferran. Uno de los cambiados fue Kessié, lo que implicaba que uno de ellos ejerciera de interior. Ferran ocupó esa posición pero no desempeñó esa función de ligar pases al ubicarse más adelantado.

Dibujó el Barça entonces un 4-2-4 y se partió. Solo quedaron De Jong y Busquets en medio y una pérdida del holandés derivó en el segundo tanto, con Christensen despistándose al recular. De nuevo los azulgranas reclamaron una falta previa que Alberola Rojas, errático y desconcertante en su criterio, desoyó. Demasiada ventaja había adquirido la Real como para perderla. Con sus cambios defensivos protegió ese botín histórico que tal vez perdure hasta el próximo alirón culé.

Balde intenta superar a Illarramendi en el Barça-Real Sociedad del Camp Nou. JORDI COTRINA


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