El calentamiento progresivo de la tierra afecta a nuestra salud y no solo en las formas más evidentes por un golpe de calor o por el peligro que supone una inundación. También nos mata el calor sostenido de las noches tropicales (que cada vez se padecen más sobre todo en el arco mediterráneo), o nos desestabilizan los cambios bruscos en el tiempo, por no hablar de enfermedades que antes estaban confinadas a latitudes más cálidas y que ahora tenemos a la puerta de casa como el zika o el dengue gracias a la llegada del mosquito tigre o de virus animales a los que estamos más expuestos por la creciente pérdida de sus hábitats y que pueden originar otra pandemia, gracias también a la gran movilidad de personas y mercancías.
Los mecanismos de cómo afecta el cambio climático a la salud son diversos y hay que trabajar de forma conjunta para intentar sino revertir sí prever y amortiguar el impacto y hacerlo, además, de forma coordinada y equitativa ya que los más afectados son, paradójicamente, los que menos contaminan los países en vías de desarrollo. Es el mensaje que se está lanzando en el IV Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial que hoy y mañana se celebra en València.
Bajo el lema “Cambio climático y salud global”, expertos de distintas disciplinas están abordando posibles soluciones a este problema teniendo en cuenta que “la falta de salud ambiental está detrás del 23 % de muertes a nivel global”, según ha puesto de manifiesto en la apertura de las jornadas Mercedes Hurtado, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Valencia, que acoge el evento. Junto a ella han inaugurado el congreso el presidente del Consejo General de Colegios de Médicos, Tomás Cobo; la consellera de Emergencia Climática, Isaura Navarro y la directora general de Asistencia Sanitaria, Mª Amparo García Layunta.
No matan las máximas, matan las mínimas
“Podemos perder la vida en eventos atmosféricos extremos: por un golpe de calor intenso o por una lluvia torrencial”, ha apuntado Jorge Olcina, director del laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA) para quien lo más preocupante no son los récord de temperatura diurnos “sino el calor nocturno”. “Las víctimas mortales por las olas de calor se producen por las mínimas, no por las máximas”, por esas noches tropicales sostenidas que no dejan al cuerpo descansar y que según Olcina en los últimos años pasan de “más de 80 noches”. Desde el Ministerio de Sanidad ya se controla anualmente las muertes “de más” que se estima que hay por estas olas de calor, un aumento de fallecidos que fue obvio el año pasado.
El calor directo es la forma de afección “más preocupante” pero no la única porque según ha resumido el también catedrático de Análisis Geográfico Regional, el cambio climático nos afecta de otra manera “poco conocida” a través de “los cambios bruscos de tiempo”. “El calentamiento altera el movimiento de las masas de aire y aparecen resfriados e infecciones gripales de manera más frecuente”, apunta el climatólogo.
Olcina reconoce que, contra el cambio climático, poco se puede hacer si no es de forma conjunta entre todos los países pero sí se puede avanzar en “políticas de adaptación, es decir diseñar de nuevo las ciudades, adaptarlas al cambio climático, más zonas verdes, de sombra y con alcantarillado diferente para asumir la lluvia torrencial”.
El riesgo de la gripe aviar
Por último, el cambio climático nos hace más vulnerables a enfermedades con las que antes no teníamos contacto pero que ahora está en aumento ya sea porque entramos en relación con patógenos de animales a los que antes no estábamos expuestos o porque llegan vectores (animales necesarios para la transmisión de infecciones) que antes no sobrevivían porque no se daban las condiciones climatológicas, como el mosquito tigre. “El crecimiento progresivo de la temperatura va cambiando ecosistemas y es un factor de riesgo ante posibles vectores de transmisión de enfermedades que han estado en el mundo tropical y que pueden llegar a nuestras latitudes”, resume Olcina. Es lo que ha pasado con el mosquito tigre que trae la posibilidad de transmisión del dengue, zika o chikungunya.
Este desplazamiento de hábitats animales y la mayor exposición de los humanos a sus patógenos conlleva también un posible salto de la cadena como pasó con el SARS-CoV-2 o ahora se teme que pase con la gripe aviar H5N1, según ha expuesto esta mañana Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad que ha estado a cargo de la ponencia inaugural. “El cambio climático está generando que los animales se muevan si en sus hábitats no pueden comer por sequía o inundaciones” y esto está haciendo que las enfermedades “se extiendan geográficamente”.
En estos momentos el riesgo “que se valora más importante es la gripe aviar por su la gran expansión que ha habido en el mundo animal”, ha explicado el experto dando además datos. “El año pasado se detectaron más brotes de gripe aviar en animales en Europa desde que se conoce el virus. Si normalmente eran entre 50 o 60, el año pasado fueron 1.700 y en España varios”, ha apuntado.
Simón ha exhortado a tomar acciones coordinadas entre las instituciones para reforzar los sistemas de detección, prevención y acción ante la posibilidad de nuevas pandemias. “Se está trabajando desde hace décadas” y tras la pandemia este trabajo se ha incrementado “en tres ejes, en gobernanza como mejorar la coordinación que es siempre el primer problema que se detecta tras una crisis, en financiación y sistemas específicos de control del riesgo”. “Tenemos que empezar a entender el impacto que tiene las décadas de modificación del mundo por parte de la personas. Ojalá lo hubiéramos entendido antes”, ha dicho Simón porque el objetivo “no es salvar el planeta tierra sino que nos deje estar un ratito más”.
Enlace de origen : Los expertos alertan del creciente riesgo sanitario por el aumento del calor