Manuel Jabois, la mirada traviesa que escanea el mundo

El buen escritor, aquel al que le gusta jugar con las palabras, que se divierte haciéndolo, nunca abandona del todo su infancia. Esa mirada de niño travieso, capaz de ver sin ser visto, es la que tiene Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978). Y la aplica a sus dos vocaciones, la periodística y la literaria, que “nunca se atropellaron entre ellas”, aunque “la periodística siempre ha sido más fuerte”.

Lo reconoce poco después de afirmar, sin falsa modestia, que es un tipo “con suerte”, que ha conocido a mucha gente que, escribiendo mejor que él, se dedica a otros oficios, en los que es posible que hasta sean felices. Pero él no.

Él vive gracias a lo que cuenta. Es literal, y también una preciosa metáfora. La adrenalina que le aporta el periodismo, que lleva 25 años ejerciendo, se transforma en sensibilidad para escribir novelas como ‘Mirafiori’ (Alfaguara), la última, recién llegada a las librerías

No hay en Jabois pose, ni siquiera para sentarse frente a la colega de vocaciones. Lleva una década prodigiosa en Madrid, y hace poco inauguró nueva casa en el barrio de Conde Duque, un piso de amplias estancias, mucha luz y un caos ordenado, canalla y con estilo.

Dice tener un gusto literario muy ‘random’, es fan de la serie ‘La que se avecina’ y en los últimos meses, esos en los que se le atragantó, por primera vez, la entrega de la novela porque el amor es eterno sólo mientras dura, está intentando aprender a tocar el piano que el cantante Dani Martín le regaló.

Siempre le ha dado “mucha importancia a los sonidos” y “en tiempos del ordenador” llegó a tener una máquina de escribir que le dio su abuelo. Por entonces dejó de escribir a mano. Su letra no era buena. Tampoco su mecanografía. Y hoy es capaz de armar artículos en el móvil en mitad de una mariscada con unos amigos.

Un mundo periodístico

Es ahí, en el móvil, donde toma las notas de lo que luego contará, sobre todo en la prensa. “Lo que yo veo, el mundo que yo escaneo con una mirada es un mundo para mí periodístico, susceptible de estar en el periódico, en la forma que sea, en un pie de foto, en una columna, en un reportaje, en una entrevista“.

Se nutre de ese lector al que conoce porque se le ha cruzado por la calle, caminando, en uno de los largos paseos que da tres o cuatro días a la semana

La novela es otro cantar, pero no porque se lleve “fatal” con la disciplina que requiere. En ella rescata “cosas que no sabía que todavía recordaba”, y eso le gusta. Eso sí, nada de quedarse a solas mucho tiempo con los libros. A los tres días estaría en el balcón desnudo, gritando.

Me gusta leer, si no, no escribiría, pero no influye tanto en mi escritura como la vida“. Se nutre de ese lector al que conoce porque se le ha cruzado por la calle, caminando, en uno de los largos paseos (15 kilómetros, calcula) que da tres o cuatro días a la semana.

Duerme mal. Va acumulando sueños, y los provoca. “Si tengo alguna virtud es que, cuando me gusta lo que escribo, tengo la sensación de que eso puede gustar a la gente. Es como una especie de detector”. Y no de mentiras, precisamente. Quién pudiera rozar siquiera esa certera intuición un día, hoy mismo.

‘Mirafiori’

Manuel Jabois 

Alfaguara

208 páginas

18,90 euros

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