Documenta Madrid celebra al senegalés Djibril Diop Mambéty, pionero del cine africano, y a su sobrina Mati Diop, premiada en Cannes con ‘Atlantique’
“Creerás volver a casa y te darás cuenta de que ya no la tienes. No tienes casa hasta que la dejas. Y una vez que sales, ya no puedes volver”. Los personajes de Mille soleils (2013), mediometraje documental de la francosenegalesa Mati Diop, están hablando de la vuelta al país de origen, muchos años después de que uno de ellos lo abandonase. Pero las palabras, sobre el fondo de un plano casi abstracto —la silueta de una loma nevada contra el cielo—, adquieren un sentido universal. Tienen que ver con el movimiento y con el desamparo, y también con el paso del tiempo y con las posibilidades que se nos cierran sin dejarnos más opción.
En Mille soleils acompañamos al actor Magaye Niang por las calles de Dakar hasta la proyección de la película Touki Bouki, que protagonizó en su juventud (“te crees Johnny Hallyday”, se burla su esposa cuando él se arregla para salir). Touki Bouki es un hito de la cinematografía senegalesa, una de las más consistentes de África en parte gracias a películas como esta. Dirigida por Djibril Diop Mambéty, se pasó en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes de 1973 y recibió el premio de la Fipresci. Inspirada en las maneras de la nouvelle vague y de otros nuevos cines, cuenta la historia divertida y triste de un pastor de vacas y una estudiante que planean dejar su país para irse a Francia; finalmente, él se queda en tierra.
Mati Diop, de 38 años, es la sobrina de Djibril Diop Mambéty. Su Mille soleils va más allá del simple homenaje a su tío y al cine dentro del cine: ofrece una nueva inmersión en la sociedad senegalesa actual y un retrato de la cotidianidad en la ciudad de Dakar, a través del caminar del encantador personaje que repasa el arco de su vida desde que protagonizó Touki Bouki en los años setenta hasta que es reclamado para una nueva película, 40 años más tarde. En ese lapso ha asumido el papel del que no se fue, mientras que Senegal continúa siendo el hogar en el que se vive pensando en cómo abandonarlo.