El actor, que empezó en el arte como terapia tras la muerte de su primera mujer, expondrá por primera vez sus obras a finales de año en Los Ángeles
Casi al mismo tiempo en el que empezó a aparecer en la gran pantalla, en los ochenta, Pierce Brosnan agarró un pincel y comenzó a dar rienda suelta a su lado más creativo a través de la pintura como una forma de terapia. Fue en 1987, “en una noche oscura”, tal y como él mismo ha contado ahora en su perfil de Instagram, y desde entonces, su afición no ha parado de crecer hasta el punto que, a finales de año expondrá todas sus obras en Los Ángeles, California. “Es hora de dejarlas ir”, ha comentado en la red social junto con el anuncio de la muestra. La noticia ha sido acogida con entusiasmo por algunos de sus amigos como Esther Cañadas, con quien compartió rodaje en El secreto de Thomas Crown. “Me encanta”, la he respondido la modelo.
Él mismo se define en la biografía de su cuenta como “actor, productor y pintor”, una faceta a la que se ha entregado en los últimos tiempos. Con frecuencia el propio Brosnan, de 68 años, publica vídeos y fotografías en su estudio, dando los últimos toques a sus coloridas creaciones y en las que agradece todo el apoyo recibido. “Gracias a todos por sus cariñosas palabras de agradecimiento por mi trabajo. Son piezas que están a punto de terminarse. Lentamente”, dice el intérprete en una de ellas, que ya había previsto exponer en 2020 en Santa Mónica, pero cuya muestra tuvo que ser suspendida.