Se habla mucho de los agujeros negros, pero los científicos saben que su opuesto complementario, los agujeros blancos, son matemáticamente posibles. Si realmente existieran, funcionarían exactamente al revés que los agujeros negros: en vez de atrapar cada cosa a su paso, cualquier material que entrara en un agujero blanco sería expulsado de inmediato a una velocidad mayor que la de la luz, emitiendo como consecuencia un feroz resplandor blanco. Nada podría entrar a un agujero blanco, ya que para ello tendría que viajar más rápido que la velocidad de la luz.
A partir de conceptos de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, y buscando específicamente una solución a las ecuaciones del campo gravitatorio propuestas por el físico alemán, los científicos han teorizado por décadas sobre la posible existencia de los denominados agujeros blancos. Básicamente, se trataría de objetos cósmicos que funcionarían de manera totalmente opuesta a los agujeros negros. ¿Podrían llegar a ser reales o solamente son un ejercicio teórico?
Según un artículo publicado en Space.com y firmado por Paul Sutter, Doctor en Física por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, los agujeros blancos podrían entenderse como una especie de “inverso temporal” de un agujero negro. Para Sutter, si se pudieran obtener imágenes en directo de la formación de un agujero negro y con ellas producir un film, al reproducir esta película a la inversa descubriríamos un objeto que emite radiación y partículas. Eventualmente, dicho objeto explotaría y dejando atrás una estrella masiva. Ese sería un agujero blanco, un escenario posible en el marco de la relatividad general.
Prácticamente inexpugnables
Al igual que los agujeros negros, los agujeros blancos seguirían siendo objetos masivos y gravitantes, capaces de ser percibidos directamente en el espacio. Pero a la inversa de los agujeros negros, dedicados a absorber cualquier tipo de materia que se acerque a su zona de influencia gravitatoria, un agujero blanco expulsaría de inmediato todo material que ingresara en sus dominios, a una velocidad que superaría a la que puede alcanzar la luz, generando un intenso resplandor.
En otras palabras, sería prácticamente imposible que algo ingrese a un agujero blanco, ya que para eso debería viajar más rápido que la velocidad de la luz. En función de estas extrañas condiciones, han surgido múltiples teorías complementarias: por ejemplo, un estudio científico publicado en 2014 en la revista Physics Letters B establece que el Big Bang podría haberse producido por la explosión de un agujero blanco supermasivo.
Pero a diferencia de los agujeros negros, para los cuales se ha definido con claridad un proceso de formación, los agujeros blancos (si realmente existieran) acumularían innumerables incógnitas sobre su origen. Sabemos que cuando una estrella algo más masiva que el Sol agota su “combustible” nuclear se produce un colapso gravitatorio, dando como resultado un agujero negro. ¿Cómo se formarían los agujeros blancos?
Demasiado inestables
Algunas hipótesis marcan que los agujeros blancos podrían ser una especie de “salida” de los agujeros negros: ambas estructuras estarían conectadas mediante los llamados agujeros de gusano, que esencialmente consistirían en una especie de “puente” a través del espacio y el tiempo. El problema es que los agujeros de gusano, al igual que los agujeros blancos, siguen siendo por el momento estructuras meramente teóricas: nadie ha podido observarlos aún en el cosmos.
Por último, existe otro gran problema que hace casi imposible que algún día podamos descubrir agujeros blancos en el Universo real: serían objetos muy inestables, que durarían muy poco tiempo y que, además, podrían colapsar rápidamente y convertirse en agujeros negros. Por el momento, estas fantásticas estructuras seguirán siendo solamente un ejercicio matemático, por lo menos dentro de los límites actuales de la ciencia.
Enlace de origen : ¿Podrían ser reales los agujeros blancos en el Universo?