Libros, libertad de expresión y derechos humanos. Salman Rushdie eligió con intención una cita que celebraba la tres cosas para hacer su reaparición en persona en público tras el atentado que sobrevivió en agosto del año pasado, cuando un joven radicalizado apuñaló al autor de ‘Los versos satánicos’, el libro por el que el Ayatolá Jomeini emitió contra él una fatua en 1989.
El retorno se produjo el jueves en Nueva York, su ciudad adoptiva, en la gala de PEN America, la organización literaria que llegó a presidir y que en esta edición le había condecorado con un premio al coraje. No se había anunciado previamente su aparición, y provocó deleite en el Museo de Historia Natural. Porque permitió a Rushdie reincorporarse a la vida social neoyorquina, de la que se había hecho figura ineludible antes del ataque, y mostrar de nuevo que puede haber perdido por la agresión la visión del ojo derecho, que ahora queda oscurecido tras un cristal negro en sus gafas, pero no ha perdido ni su sentido del humor ni el compromiso con sus valores.
“Es agradable estar de vuelta, en lugar de no estarlo, que era también una opción. Estoy bastante contento de que los dados cayeran así”, dijo para abrir una intervención breve y aplaudida. En ese discurso de solo 10 minutos se mostró especialmente agradecido a las personas que contuvieron a su agresor, y a quienes le salvaron la vida. “Yo era el objetivo aquel día, pero ellos fueron los héroes. El coraje ese día fue todo suyo”, declaró. “No sé sus nombres, nunca vi sus rostros, pero a ese gran grupo de gente, le debo mi vida”.
Rushdie quiso trasladar también un mensaje general. Y aseguró que “el terrorismo no debe aterrorizarnos. La violencia no debe disuadirnos. Como los viejos marxistas solían decir: la lucha continúa” , frase esta última que pronunció en francés, en italiano y en inglés.
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Demanda contra Florida
Rushdie, que además de en la gala estuvo en el cóctel y posó en la alfombra roja, abordó otras cuestiones de actualidad, incluyendo las amenazas contra la libertad de expresión que se están viviendo en los propios Estados Unidos. Y señaló en particular a la demanda que la organización PEN, junto a la editorial que le publica, Penguin Random House, y algunos padres y autores han interpuesto esta misma semana en Florida contra un distrito escolar por las restricciones de libros, parte de una ola conservadora que está atacando en todo el país la enseñanza y lectura que consideran conflictiva en cuestiones como raza, género u orientación sexual.
“Es colosalmente importante, y necesitamos ganar”, dijo Rushdie. “El ataque a los libros, el ataque a la enseñanza, el ataque a las bibliotecas (…). Nunca ha sido más peligroso. Nunca ha sido más importante pelear”.
También Suzanne Nossel, consejera delegada de PEN América desde 2013, había hablado de las amenazas a la libertad de expresión que se viven en el país, aunque incluyendo “de la derecha y de la izquierda”. Y en una entrevista previa a la gala con ‘The New York Times’ aseguró que “la gente la cuestiona, no cree en ella, la ponen en duda. Es un momento importante para apuntalarla como un valor cultural y constitucional”, aseguró.
El propio grupo se ha visto sacudido por sus problemas. Esta misma semana dimitía como vicepresidenta la periodista de ‘The New Yorker’ Masha Geshen, en protesta por la cancelación de un panel en un festival al que habían sido invitados escritores rusos y que autores ucranios amenazaron con boicotear. Y uno de los galardonados de la noche, Ted Sarandos, el consejero delegado de Netflix que iba a ser reconocido por su papel en las adaptaciones de libros para la pantalla, canceló su presencia en una gala que se produce cuando los guionistas de EEUU están en huelga exigiendo de estudios y plataformas mejores condiciones laborales.
La noche fue, en cualquier caso, una de celebración y reivindicación, coronada por el retorno de Rushdie. Y el presidente de PEN América, Ayad Akhtar, que fue el encargado de presentarle, planteó una pregunta a la que él mismo dio respuesta. “Es el daño que causa el lenguaje ofensivo algo con el mismo peso que la libertad de hablar, la libertad de imaginar? La respuesta es: por supuesto que no. Por supuesto que no”.
Enlace de origen : Salman Rushdie reaparece en Nueva York: “La violencia no debe disuadirnos”