El 12 de septiembre de 2018, la Comisión Europa presentó una propuesta para eliminar los cambios de hora en toda la Unión Europea el año siguiente tras realizar una encuesta entre 4,6 millones de ciudadanos europeos. Ese mismo otoño, el Gobierno del PSOE puso en marcha un grupo de trabajo para tomar una decisión en nuestro país. En marzo de 2019, el Parlamento Europeo respaldó la propuesta, que prolongaba el plazo de implantación: dos años más, hasta 2021. Los países que quisieran quedarse en su horario de verano cambiarían de hora por última vez en marzo y los que quisieran hacer lo propio en invierno, lo harían por última vez este otoño. Concretamente, este mismo domingo.
Sin embargo, no va a ser la última vez que cambiemos de hora ni parece que pronto vaya a cambiar la situación. Aunque la pandemia ha cambiado las prioridades, no parece que haya demasiado interés por parte de los gobiernos de poner en marcha este mandato de la Comisión. El propio Gobierno español, a través de su entonces portavoz, Isabel Celaá, anunció que el informe no había sido concluyente. ¿Qué ha pasado para que esta medida haya quedado en agua de borrajas después de haber sido anunciada a bombo y platillo?
“Los gobiernos de los Estados miembro bloquearon este proceso en la mesa del Consejo”
“Desafortunadamente, los Estados miembro están reticentes a reabrir el debate sobre retirar el cambio de hora”, explica a El Confidencial el europarlamentario sueco Johan Danielsson, relator del Parlamento Europeo para la legislación sobre el final del cambio de hora y miembro de la Comisión de Transportes y Turismo (TRAN). “El Parlamento Europeo mantiene nuestra posición, queremos abolir el cambio estacional y urgir a los Estados miembro a abrir el debate para acabar por fin con este procedimiento desfasado”.
Si las cosas hubieran marchado según lo planeado, los países de la Unión deberían haberse empezado a preparar para el cambio, pero no ha sido así. Aparentemente, la pandemia parece haber sido el principal escollo para que el cambio de hora siga adelante, pero como recuerda a este periódico la eurodiputada Izaskun Bilbao, miembro de TRAN que participó en la aprobación de la directiva sobre este asunto, los problemas vienen de mucho antes.
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“Es evidente que la pandemia ha alterado todas las prioridades y previsiones que teníamos, pero es bien cierto también que aprobamos este expediente en marzo de 2019, casi un año antes del primer gran confinamiento, y ya entonces este asunto encalló en la mesa del Consejo”, explica. Si hay que dirigir la mirada a algún sitio, es al organismo integrado por los 27 jefes de Estado de la Unión Europea. Como explica Bilbao, “el principal obstáculo está en el Consejo Europeo”.
“Los gobiernos de los Estados miembro bloquearon este proceso en la mesa del Consejo Europeo, lo que nos impide avanzar en las negociaciones”, añade. “El Parlamento tiene su posición ya adoptada y está a la espera de iniciar las negociaciones, pero por el momento este asunto no ha aparecido en los programas de trabajo de ninguna de las presidencias semestrales que van rotando”. No parece que la situación vaya a cambiar próximamente, especialmente si aún tiene que ser debatido en cada país.
España tampoco tiene prisa
El 28 de septiembre de 2018, el Gobierno español constituyó el grupo de personas expertas para el estudio de la reforma de la hora oficial. Un grupo multidisciplinar que reunía a sociólogos, físicos, ingenieros, biólogos y fisiólogos. Uno de ellos era José Luis Casero, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), que explica a El Confidencial que no se siente reflejado en las conclusiones presentadas por el Gobierno. La escueta nota de prensa se resumía en “no producir ningún cambio precipitado en los husos horarios mientras no exista un consenso compartido y una difusión práctica a nuestra ciudadanía de los riesgos y oportunidades que comporta”.
“Nosotros pedimos que no se vuelva a cambiar la hora después de este domingo”
El informe no se ha publicado, y Casero, que sí ha podido acceder a él, lamenta que es poco más que un corta y pega de las posiciones de los participantes. “Hay un párrafo que sí me sé de memoria en el que hay un reconocimiento por parte de la autoridad de que en este grupo de expertos, la mayoría pide el UTC+1, pero que no hay unanimidad”, desvela. Los mayores desencuentros que se produjeron durante la discusión del grupo de expertos español no tenían que ver con la desaparición del cambio de hora, sino en qué horario debíamos quedarnos.
Esa es una de las cuestiones más peliagudas en lo que se refiere a la posibilidad de acabar con el cambio de hora: ahora mismo, en Europa hay tres husos horarios, el +0 (Portugal o las Islas Canarias entre octubre y marzo), el UTC+1 y el UTC+2. España varía entre el +1 (en invierno) y el +2 (en verano), por lo que se debería decidir en cuál de los dos quedarse, en el de alargar por la tarde o alargar por la mañana. En Arhoe son firmes defensores del +1, es decir, de tener siempre horario de invierno, porque el +2 “son dos horas de diferencia entre la hora oficial y la solar”, y recuerdan que los cronobiólogos apoyan su opción. “Cada vez está más claro que las ventajas económicas no son tales, mientras que el impacto en la salud de los ciudadanos está cada vez más estudiado”, insiste.
“Abogamos por que cambiemos la hora este domingo, que no la volvamos a cambiar y que se explique por qué se hace”, añade. La posición de Arhoe es que es preferible tener “una hora menos para tomar cañas en una terraza”, como resume su presidente, que obligar a los niños a ir con sueño al colegio, pero es consciente de que se trata de un tema delicado que suele generar mucho disenso. “Habrá muchas personas que se quejen porque dirán que les estamos robando la luz del sol, pero lo que no es de recibo es que tengamos la misma hora +2 que en Varsovia”.
En cualquier caso, las posibilidades de que eso ocurra en el corto plazo son escasas, mucho menos cambiar a un UTC+0, que sería el que nos correspondería geográficamente. “No tengo ni idea de qué piensa ahora el Gobierno español”, añade. “Siempre parece haber alguna excusa para que no se hable, pero el mandato europeo está ahí”. Mientras tanto, la última palabra por ahora es la que alude a dicho informe: “Los expertos no plantean el cambio del huso horario y argumentan que, tras mantener el actual durante 80 años, la población española ha desarrollado una adecuación a ese horario y no hay suficientes razones para modificarlo”.
¿Cambiará la situación?
Danielsson ha manifestado en alguna ocasión que tenía sus esperanzas puestas en la presidencia alemana del Consejo Europeo, que tuvo lugar durante la segunda mitad de 2020. No fue así. Tampoco la portuguesa ni la eslovena actual parecen haber dado un nuevo empujón a devolver este tema a las agendas. A partir del 1 de enero de 2022, Francia ocupará la presidencia, lo que algunos han interpretado como el momento idóneo para que el tema sea debatido por fin.
“Necesitamos una presidencia que tenga voluntad de dar prioridad a este asunto”
“Como el Parlamento ya ha tomado postura respecto a terminar con el cambio de hora, en última instancia son los Estados miembro los que tienen que tomar una decisión”, concluye Danielsson. “Para poder ponernos en marcha, necesitamos una presidencia que tenga voluntad de dar prioridad a este asunto. Por ahora, hay pocas indicaciones de que esto vaya a ocurrir en el corto plazo”.
La pelota está en el tejado de los Estados miembro. “Por el momento, no hay una previsión clara de cuándo podemos retomar este asunto”, añade Bilbao. “Nosotros como Parlamento hemos hecho los deberes y estamos a la espera de que los Estados retomen el tema. Es evidente que el asunto es complejo porque cada Estado debe decidir y tiene que pensar también en las decisiones de sus Estados limítrofes para que el impacto sea asumible y la implantación sencilla”.
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Es posible, sugiere Bilbao, que la actual crisis energética pueda abrir las puertas a retomar el asunto. “No hay que olvidar que fue una primera gran crisis de suministro de energía la que impulsó los cambios de hora”, añade, en referencia a la crisis del petróleo de 1973, que llevó a países como Reino Unido a adoptar por primera vez esta medida, pero añade: “No puedo, sin embargo, hacer un pronóstico claro al respecto”.
“Como no ha habido ningún debate, no se ha llegado a discutir cómo lo implementará la Unión”, concluye Danielsson. “Sin embargo, mi deseo cuando las negociaciones comiencen es que encontremos una solución que no sea una mezcla de distintas horas. Tiene que hacerse de manera organizada y siendo generosos con el tiempo para que las industrias y el mercado interno tengan tiempo para ajustarse”. Algo muy semejante a lo que se planteó a comienzos de 2019, cuando en teoría debería haberse activado la maquinaria para el año 2021. Así que hagan sus cálculos: incluso en el caso más optimista, no parece que vaya a ser posible hasta 2023, siempre y cuando no se cruce otra pandemia por medio.
source Si crees que van a quitar pronto el cambio de hora, espera sentado: “Está bloqueado”