Sí. Así como lo leen. Este martes en Bakú se ha librado una batalla entre un pez payaso y un dinosaurio para dejar en evidencia la hipocresía de la cumbre del clima. A primera hora de la mañana, justo cuando los diplomáticos entraban en las salas de negociaciones, un grupo de manifestantes encabezado por un pez payaso gigante ha denunciado cómo muchos de los países que presumen de proteger el medio ambiente siguen alimentando proyectos perjudiciales para la biodiversidad y las personas como, por ejemplo, la extracción de gas natural de zonas vulnerables. Horas más tarde, un enorme dinosaurio irrumpía en el mismo escenario y denunciaba la enorme presencia de “fósiles” que impedían el avance de la lucha climática.
La batalla retórica (que no literal) entre estos dos personajes ha evidenciado, una vez más, lo que los activistas definen como la gran hipocresía de las cumbres del clima. El ejemplo estrella lo ha expuesto este martes el dinosaurio, afiliado a la plataforma ecologista ‘Climate Action Network’, quien durante su protesta ha denunciado el ‘greenwashing’ de Rusia en esta cumbre del clima. Y es que la delegación de Putin, que representa al tercer país más contaminante del globo, se ha pasado la última semana regalando ‘matrioskas’ con sus (confusos y vagos) compromisos climáticos mientras, según esgrimen los activistas, por la puerta de atrás han utilizado a la cumbre para seguir expandiendo su comercio de petróleo y gas.
Este martes también se ha denunciado, aunque con menos parafernalia, otro caso flagrante de hipocresía dentro de la cumbre del clima. Según desvela un análisis liderado por la plataforma ‘Global Witness’, la petrolera estatal de Azerbaiyán ha triplicado sus acuerdos de venta de petróleo justo en el año en que el país se ha convertido en la sede de uno de los encuentros diplomáticos más importantes en materia de lucha climática. Lo mismo que ocurrió el año pasado en Dubái. “Los hallazgos parecen confirmar un patrón de petroestados que utilizan las conversaciones sobre el clima de la Naciones Unidas, que teóricamente están diseñadas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como una oportunidad para cerrar acuerdos sobre petróleo y gas, los combustibles que están alimentando la crisis climática”, destaca el informe.
Un informe de ‘Global Witness’ denuncia que la petrolera estatal de Azerbaiyán ha triplicado sus acuerdos en ocasión de la cumbre
Dime cuánto mide tu pabellón y te diré…
En el interior de la cumbre del clima existe un enorme espacio donde cientos de países y entidades exhiben un pabellón para presumir de sus políticas climáticas, organizar eventos y, cómo no, lucirse ante el resto. Este año, entre los pabellones más grandes destaca el de Azerbaiyán (que como anfitrión de este evento aprovecha el espacio para presumir de sus políticas climáticas, aunque aún no ha presentado oficialmente ningún plan actualizado sobre cómo pretende recortar sus emisiones) y el de Brasil (país que acogerá la próxima cumbre y que, cómo no, ya intenta presumir del buen acuerdo que se sellará el año que viene mientras las negociaciones de este siguen atascadas). También destacan por su tamaño, que no por su ambición climática, los gigantescos y lujosos pabellones de Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Rusia, Qatar y China.
La zona de pabellones, en la que diariamente se aglutinan miles de personas, también ha sido tachada como un “espacio plagado de hipocresía” por parte de los colectivos activistas presentes en la cumbre del clima de Bakú. Sobre todo porque en la misma sala se entremezclan los expositores de los gobiernos y de las instituciones científicas de gran prestigio, que defienden cuestiones como el abandono de los combustibles fósiles, hasta pabellones en defensa del petróleo, el carbón y el gas. El pabellón de España, por ejemplo, se sitúa justo enfrente al de la organización de países productores de petróleo (más conocida como OPEC). Eso, por sí solo, ilustra las muchas dualidades y contradicciones de estas cumbres.
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Enlace de origen : Un pez payaso y un dinosaurio batallan para dejar en evidencia la hipocresía de la cumbre del clima de Bakú